Que el amor sea suficiente
El ángel está como suspendido en un estante alto de la biblioteca, con su gesto preparado para volar. Ese ángel de madera de guindo hecho por tus manos un tono más pálidas que su color de oro ruboroso. Qué extraño lo nuestro...
Cada vez que hablábamos parecía que algo profundo nos acercaba, algo con magia y tripas, unos lazos de esos que no se desatan nunca más. Pero no.
No había lazos. Ni bien nos separábamos, se soltaban los hilos intangibles que nos unían. Servían para unos breves momentos, los del encuentro. La más corta distancia los hacía desaparecer. Y otra vez la espera, otra vez volver a ser dos desconocidos, y la espera, la campanilla del teléfono que no suena, pulsar la tecla del contestador al llegar de la calle... y nunca tu voz con un mensaje..., y la espera, la espera, la espera... hasta reunir fuerzas y llamarte. ¿Qué tal, "extraño", cómo estás? No me pases facturas. Tuve unos líos bárbaros, vos sabes cómo anda todo... ¿Las cosas has cambiado tanto? ¿Ya no es lo más importante el amor, la relación humana, el compartir con otro penas, sueños, problemas, alegrías? Escuchar una vieja canción, leer en voz alta aquel poema de la Vilariñó o la Orozco, usar los ojos como telescopios para encontrar la Cruz del Sur en las noches de agosto... Una vez le abrí la pajarera a Magaldi (así se llamaba el jilguero) y el pequeño pájaro voló. No tuvo miedo. No se detuvo. No miró hacia atrás. ¡Y nosotros, tan fuertes, tan pensantes, tan declamadores de frases maravillosas... no nos atrevemos a traspasar la puerta que está siempre abierta, que nadie cierra...! Vos ahí.
Yo aquí. No quiero hacer reproches. No quiero oírlos, tampoco. Me parece que tendríamos que hacer las cosas de otro modo. Dejar que el amor sea lo que debe ser: la savia del árbol, las alas del alma, el color del agua, las estrellas en el fondo de los ojos, la locura en el pensamiento, el calor de la piel... Dejar que el amor sea suficiente.
Que lo demás estorbe, sobre no importe. Con tus manos hiciste un ángel para que me cuidara. Ahí está. Cerca de mí. Ahuyentando oscuridades y demonios con su aura rosada. Al tallarlo y pulirlo pensando en mí, invadiste mi territorio, te metiste en mi mundo reservado y secreto... ¿Cómo vas a salir de aquí? No podrás. Cuando alguien llega donde vos llegaste, ahí se queda para siempre. Te parecerá que podes salir, fantasearás con ello, pero no... una red invisible te ha atrapado, lo quieras o no. Estás en mi realidad virtual, en este espacio de zorzales que cantan al amanecer, cassettes que escucho cuatrocientas veces sin parar, libros que releo, papeles que escribo y no dejo que nadie lea, una alta palmera que veo desde la ventana... Estás. Vestido como yo quiero. Diciendo lo que quiero que digas. Pensando lo que quiero que pienses. Sintiendo lo que quiero que sientas. Porque mi mente está muy entrenada y es capaz de fabricar imágenes y situaciones que son las de la vida, o parecidas a la vida.
Quizás sea esos lo que a muchos nos mantenga vivos: soñar que vivimos...
Mientras la vida cree que anda por ahí... Mientras vos creas que andás por ahí. Y no se den cuanta, ni vos ni la vida, que si yo no los invento en mí ¡ustedes no existen! Deja que el amor sea suficiente. Y que no necesites nada más, porque el amor te alcanza.