Más allá del sonido de tu nombre
que me clava tu ausencia en la memoria,
donde acaba tu cuerpo,
donde comienza el mío
cada mañana, me salva la poesía.
De morirme, de hundirme, derrumbarme,
bajo la negra nube que siempre está en mi cielo,
del miedo que encarcha mis pulmones,
me salva la poesía.
De las noches terribles,
de las cavernas oscuras,
del jardín de los muertos,
de los criminales, de los olvidados,
de los cuerpos enterrados en silencio,
del olor de tu pelo, de tu ausencia,
me salva la poesía y me levanta.