Carta de un Lord
Reina mía, señora mía, al fin he escuchado la fuente que llena mis sueños, y cuando ya las fuerzas de este caballero andante parecian desfallecer en el campo de batalla recibo vuestra frescura, inyectandome la lujuria del amor eterno.
Es más, he viajado siglos en busca de la paz y la ternura y solo he encontrado guerras, mi corazón gitano estaba predestinado a serviros y a amaros con la fidelidad que ni la muerte sería capaz de quebrar este juramento.
Señora mía, dueña de mi, mis pasos van por las tierras de Andalucía y el saber la cercanía de mi ama me hace sentir tu olor entre los olivos. Poesia tan hermosa aflora de tus labios para alimento de este caminante de las estrellas.
Reina mía, debo seguir la marcha, gracias, muchas gracias, por vuestras palabras y recuerda cuando fuimos uno en aquel rio en las vecindades del Castillo de Almodovar. Estuve ahí y recorrí cada sitio donde estuvimos hace siete siglos. Adiós, siempre te amaré….
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