Un hidalgo recién llegado de América contaba
un día a varios de sus vecinos las cosas que
había visto en aquella parte del mundo.
Hablaba así:
- Una vez vi una berza tan grande que daba
sombra a trescientos hombres a caballo.
A lo que contestó uno de los vecinos:
- No me parece tan grande, porque yo no
hace mucho vi en un lugar de Vizcaya fabricar
una caldera entre doscientos hombres y había
tanta distancia de uno a otro que los martillazos
que daba uno no los oía el de al lado.
Se maravilló mucho el hidalgo y preguntó:
- ¿Y para qué querían esa caldera?
- ¡Para cocer la berza que acabáis de decir!
(Francisco J. Briz Hidalgo)