La Incorporación de la Mujer al Trabajo
Finaliza da la guerra y vueltos sus maridos a casa,
las cosas ya habían cambiado.
La mayoría de las mujeres
que se habían lanzado a trabajar
siguieron haciéndolo,
con lo cual surgió un modelo de familia
que hoy en día es el más común:
dos padres trabajando fuera
y repartiéndose las tareas del hogar
(al menos en teoría).
La situación de Estados Unidos
fue aún más especial.
Porque, tras la guerra,
fue a los americanos a quienes les tocó
reflotar la economía mundial.
Eran el único país participante que
no había sufrido daños
, y que por tanto no había que reconstruir.
Pero gran parte de Europa estaba en ruinas,
y los americanos sacaron tajada de la situación,
experimentando un espectacular
crecimiento económico
que los convirtió en la primera potencia mundial,
puesto que hoy todavía mantienen.
¿Y que tiene esto que ver
con las mujeres trabajadoras?
Pues mucho.
Miles de empresas se ampliaron
y extendieron su ámbito de operaciones
a la maltrecha Europa para enriquecerse
con las múltiples demandas
que la reconstrucción planteaba
. Y por, tanto, surgieron numerosos
puestos de trabajo
nuevos. Y muchos de ellos cayeron
en manos de mujeres,
puesto que la sociedad ya se había acostumbrado
a su salida al mundo laboral.
Es más, la incorporación de mujeres
a las plantillas de trabajo fue,
en general,
un punto positivo para las empresas,
por una razón muy sencilla:
generaban una fuerte competitividad,
que se traducía en una gran eficiencia.
¿Por qué?
Porque los hombres,
poco o nada a costumbrados a
trabajar mano a mano
con mujeres, guardaban bastantes
ideas machistas,
y no querían que una mujer
hiciera su trabajo mejor que ellos
y los dejara en evidencia.
Mientras que las mujeres,
por su parte, estaban deseosas
de demostrar
que podían desenvolverse
con la misma o mejor soltura
que sus compañeros masculinos.
Surge con esto el conocido tópico de la
"guerra de sexos"
, muy explotado por el cine de
Hollywood de la época.
Cary Grant se convierte
en el prototipo de hombre machista
con cierto encanto, que usa sucias tretas
para superar a sus compañeras femeninas,
pero que no puede dejar de sentirse atraído por ellas.
Y Katharine Hepburn
se echa a las espaldas
la imagen de la mujer liberada,
que con picardía y usando un poco
sus encantos consigue
de los hombres todo lo que quiere,
y con su chispa y verborrea desarma a sus
competidores masculinos.
Tras el gran avance que esto supuso,
otras causas contribuyeron a consolidar
la importancia del papel de la mujer en el trabajo.
Otras causas socioeconómica
Una de ellas es la caída de la
natalidad a partir de los años 70
. Esto hace no sólo que haya menos
hijos a los que tener que cuidar,
sino que las mujeres puedan escoger la época
más favorecedora para tener a sus hijos.
Sube la edad media con la que las mujeres
tienen hijos, por lo que éstas pueden terminar
sus carreras antes de casarse y dar a luz.
Y además, al tener menos hijos,
una mujer puede escoger unos años
de su vida para tenerlos
y criarlos, y luego dedicarse al trabajo
con más dedicación.
Otra causa importante es el fuerte desarrollo del
"estado de bienestar"
, que conlleva a su vez un crecimiento del sector
terciario: al ser un ámbito laboral nuevo, no estaba
"masculinizado",
y las mujeres pudieron
incorporarse sin demasiados
problemas.
El estado de bienestar causa, además,
que aumente el nivel de vida de las familias
y por tanto necesiten de más ingresos:
ingresos que se conseguían con los dos cónyuges
trayendo dinero a casa.
Por último, fue también importante
el desarrollo tecnológico orientado al bienestar
de los ciudadanos.
El desarrollo y comercialización de los
electrodomésticos
(lavadoras, aspiradoras, hornos...)
fue vital para dar un respiro a las mujeres
en las tareas del hogar.
Situación actual
No obstante, la incorporación
de las mujeres al mundo laboral
también ha traído consigo algunos problemas
que aún hoy tienen flecos por resolver.
Y es que cambiar una situación social
es relativamente fácil
(sobre todo si hay causas tan apremiantes
como la que fue la madre
de todas las guerras).
Pero no lo es tanto cambiar las mentalidades.
En las sociedades occidentales
todavía perviven bastantes r
esquicios de un machismo
que no termina de asumir
que las mujeres puedan ser iguales que los hombres.
Por eso, temas como la
desigualdad salarial,
las trabas a las bajas por maternidad
o el desequilibrio en el reparto
de las tareas del hogar siguen
afectando a buen
número de mujeres trabajadoras.
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