La musa entre las musas
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Me formé en las entrañas de los sueños. Fui moldeado en los caminos del silencio. Soy una voz proyectada por los vientos que galopa en estridencias como el trueno. Navegué por los mares celestiales y escuche del mutismo, mil palabras, que hilvanadas, en la profundidad del alma, se hicieron versos de amor en madrugadas.
De Clío, aprendí la trayectoria del hombre ufano de saber incierto y Erato con su lira y con su arpa mostrome los misterios de lo eterno. Formado en úteros de multiformes vientos, transpuse los umbrales del secreto, asimilando de Euterpe, su alegría, reí llorando ante la misma muerte.
Subido en un cometa por carruaje transpuse las esferas infinitas, entre coros e himnos presididos por Polimnia, -(de Zeus)-, su amada hija. Llegué a la ignota puerta del misterio; la del eterno adiós, la del castigo impuesto, y al abrirla Melpómene sedienta quiso abrazarme en el eterno sueño.
Transité luego campiñas celestiales, de aroma suave de hierba en madrugada, y descubrió ante mi, su tez enmascarada Talía, de aquella dimensión, diosa sagrada. Muy junto a ella, Urania me observaba, con retinas de astros y de ciencia, y en telepático hablar dijo en mi mente: "jamás apartes el bien de tu conciencia".
Fui luego arrebatado en remolinos por infinitos y eternales giros, y al detenerse el vértigo del vuelo en los brazos de Terpsícore me lío. Ecos lejanos, de armoniosos tonos, de arpas, de cítaras y címbalos, en un sarao de seres celestiales, rotamos con la diosa en nuevos giros.
Por fin, llegó hasta mi Calíope, con su perfecta voz inconfundible, y supe que era: "La Diosa de las diosas" ya que al mostrarme su alma, vi la mía. Besé sus labios con pasión eterna y sin dudar de mi fue la elegida. Había en sus ojos profundidad de sueños y en su sentir la voz de la poesía.
En las entrañas de los sueños fui formado...
Y vi la luz...
Cuándo el primer poema, tuvo vida.
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