Si
Si puedes conservar la cabeza cuando
a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en tí mismo cuando
los demás dudan de tí,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean,
no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno,
ni hablar con demasiada sabiduria...
Si puedes soñar y no dejar que los
sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los
pensamientos
tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo
y el fracaso
(desastre)
y tratar a estos dos impostores de la
misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad
que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer
una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas
a las que
habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con
las herramientas
desgastadas...
Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra
sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios
y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que
hayan perdido su fuerza,
excepto La Voluntad que les dice
"!Continuad!".
Si puedes hablar con la multitud
y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar
tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos
pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero
ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga
los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre,
hijo mío.
(Rudyard Kipling)