I
Yo vi un ave que süave sus cantares entonó y voló...
Y a lo lejos, los reflejos de la luna en alta cumbre que, argentando las espumas bañaba de luz sus plumas de tisú... ¡y eras tú!
Y vi un alma que, sin calma, sus amores cantaba en tristes rumores; y su ser conmover a las rocas parecía; miró la azul lejanía... tendió la vista anhelante, suspiró, y cantando amante prosiguió... ¡y era yo!
II
¿Viste triste sol?
Tan triste como él, ¡sufro mucho yo!
Yo en una doncella mi estrella miré... Y dile, amante, constante fe.
Pero ingrata olvidóme, y no sabe que padezco cual no puede nunca, nunca comprender... ¡Que mi pecho no suspira, ni mi lira tiene acordes de placer!
Yo vi en la noche plácida luna que en la laguna se retrató; y vi una nube, que allá en el cielo, con denso velo la obscureció
Yo vi a la aurora, bañada en rosa, dorar la hermosa faz de la mar... Y vi los rayos de un sol ardiente que rudamente borraron luego, con rojo fuego, su bella faz...
Así vi que bella naciera en un día, con dulce alegría, la aurora luciente de un plácido amor;
¡mas hoy yo contemplo, no más en mi vida, de negro vestida, la estatua tremenda de amargo dolor!
RUBEN DARIO
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