Opta por la fe y no por el miedo
Cuando estaba muy pequeño y mis padres me tomaban en sus
brazos, venían hermanos y les decían: “cuando crecen es el problema”. Fui
creciendo y cuando ya era casi un adolescente: “ya verá que a esa edad son
tremendos los jovencitos, ya lo verán”. Luego fui creciendo y esas predicciones
jamás pasaron, soy una persona, gracias a Dios, que nunca ha desfallecido en el
camino de la búsqueda de Dios. Mis padres decidieron no permitir que esos
miedos despertaran. En cambio ellos despertaron su fe. Ellos no esperaron que
sus hijos causaran problemas, esperaron que se destacaran. Esperan que hagan
grandes cosas con sus vidas.
Todos los días tienes opciones. Puedes creer que Dios está
en control, creer que Él se ocupa de cuidarte y creer que tiene cosas buenas
preparadas para ti. O puedes andar por ahí preocupado, esperando lo peor,
preguntándote si lograrás salir adelante.
El miedo y la fe pueden parecer conceptos opuestos, pero
tienen algo en común. Ambos nos piden creer en algo que no podemos
ver.
El miedo dice: Cree en lo negativo. “Esa enfermedad no se
te quitará, es la misma que le quitó la vida a tu abuela y a tu mamá, es
hereditaria.”
La fe dice: “Cree en lo positivo”. “Esa enfermedad no es
permanente, es sólo transitoria.”
La clave es esta: Aquello en lo que medites arraigará. Si
todo el día andas pensando en tus miedos, se convertirán en tu realidad. Eso fue
justamente lo que a Job le pasó, si leemos el versículo 26 de capítulo 3, dice
“No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino
turbación.
Cuando las cosas nos están yendo bien solemos decir “tengo
miedo de que esto no vaya a durar, es demasiado bueno para ser
verdad.”
Cuando uno se deja llevar por los temores, atrae lo
negativo. Nadie está inmune al miedo. Si le damos cabida al temor, este llegará
a dominar tus pensamientos. Si lo permites, el temor te mantendrá despierto toda
la noche. El temor te robará la alegría, te robará el entusiasmo.
En estas épocas de favores Dios nos dice “NO GASTES TU
ENERGÍA EN PREOCUPARTE. INVIÉRTELA EN CREER.”
Debemos poner nuestra fe en acción, pero muchas veces se
nos facilita usar nuestra fe pero a la inversa, acrecentando nuestros temores, a
no estar en paz, a no respirar esas épocas de aumento.
Si quieres mantener tu fe, debes cuidar lo que lees, lo que
escuchas y con quién hablas. La preocupación es contagiosa. La negatividad se
contagia.
Job 3. “25 Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y
me ha acontecido lo que yo temía.”
por Josué Manuel Guzmán
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