MARTES SANTO (3 de abril)
Jesús vuelve a Jerusalén.
Pasan por el lugar
de la higuera maldecida.
Al ver el templo,
profetiza que será destruído.
Los discípulos están tristes
porque Jesús
les anuncia que dentro
de dos días le matarán.
Los cristianos, como Él,
hemos aprendido a cumplir
siempre la voluntad de Dios Padre,
por encima de todo. Por ejemplo,
Juana de Arco,
cuando estaba al frente
de sus soldados franceses,
en una gran batalla contra Inglaterra,
Dios le anuncia que ese día será herida.
Entonces una amiga suya le dice
que no vaya a pelear.
Y Juana le contesta en tono irónico:
"sal tú y di a mis generales
que Juana de Arco
no luchará porque tiene miedo a ser herida".
Y salió valerosamente
al frente de sus soldados,
y fue gravemente herida.
No tengamos miedo de aceptar
la voluntad de Dios.
¡Señor,
sí,
Tú siempre quieres lo mejor para mí!
Quiero lo que quieras,
quiero porque quieres,
quiero mientras quieras.
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