- ¿Qué es lo que vendes, ángel del Señor?
- Ofrezco
cualquier don de Dios.
- ¿Cobras muy caro?
- No, los dones de Dios son
gratis.
Miré los grandes estantes; estaban llenos de ánforas de
amor, frascos de fe, bultos de esperanza, cajas de salvación y muchas cosas más.
Yo tenía gran necesidad de todas aquellas cosas. Cobré valor y le dije al
ángel:
- Dame por favor, bastante amor a Dios; dame perdón de Dios; un bulto
de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación.
Me sorprendí mucho cuando vi que el ángel, de todo lo que
yo le había pedido, me había hecho un solo paquete; allí estaba en el mostrador,
un paquete tan pequeño como el tamaño de mi corazón.
- ¿Será posible?"
pregunté, "¿Esto es todo?"
El ángel me explicó:
- Es todo, Dios nunca da
frutos maduros; Él sólo da pequeñas semillas, que cada quien debe
cultivar.
Autor Desconocido