
GRILLOS
En un recinto circular estoy yo, con mis apetencias interfectas, leona lánguida; mi cabeza se abate, mis manos desean liberarse de los cepos, aferrados en catapultas de apariencia ígnea.
Ruinas de franjas destruidas, anfiteatros que explotaron por vapores de albañales. Mi quinqué se estrelló y no veo bien las calaveras del tiempo; la luz de mis ojos no ilumina las cuartillas manchadas con el colesterol del cadáver crepuscular; y no puedo tachar así mis alegatos, presionada y sin luz y necesito eliminarlos, y tratar de reivindicar mi sentido.
Las fetidez del fango le demolió los olfatos a las luciérnagas y sus cocuyos no encienden. Oigo grillos que me llaman, hay dos seres más determinantes, vitales, pienso para ellos, respiro para ambos, siento sus neuronas en mi juicio y sus narices en mi cara.
Me ahogo, me falta el aire, te requiero, envuélveme, tu piel ausente ocasiona hilos húmedos que chorrean mojando tu silueta omitida.
Mi báculo se encorva, mi barbilla se adhiere a mi cuello, los muros se deslizan hacia mí, desean aplastarme pero ya no existo aquí. El entorno vestido de negro. absorbió mi inestable centelleo |