SanJosé patrono de la Iglesia Universal; Apolonio y Leoncio obispos; Juan abad; Landoaldo presbítero; Amancio diácono; Quinto, Quintila, Cuartila, Marcos, Pancario, Cándido y Alcmondo mártires.
San José es uno de los pocos santos que no es preciso presentar. ¿Quién no ha tenido un San José en las manos? Es una de las tres figuras indispensables en un Belén, por lo que todos lo tenemos identificado como el anciano que se apoya en la vara. San José es una figura discreta pero imprescindible. Y cumple con su papel a la perfección. Nos dice el Evangelio que era carpintero. Proveía al sustento y a la seguridad de la que llamamos la Sagrada Familia, cuyo cabeza era él. Tenía su residencia en Nazaret, pero tuvo que trasladarse a Belén con María su esposa, para censarse. Pasó el pobre san José muchas fatigas teniendo que viajar con su esposa en tan avanzado estado de gestación. Y más fatigas al no poder ofrecerle un lugar digno donde descansar y dar a luz. Y más todavía cuando tuvo que huir a Egipto precipitadamente con la madre y el hijo, para escapar a la persecución de Herodes, que le tenía una aversión especial a la estirpe de David. Si gran personaje fue José, ¿qué se puede decir de María? Es en nuestra cultura y religión la Madre por excelencia, en la que confluyen la mayor dignificación de la Mujer y de la Madre que han conocido las culturas y las religiones. Llevar unidos en el nombre los más altos valores de nuestra cultura, llevar en ellos la evocación de la abundancia (José), del señorío y de la luz (María), es invocar sobre nosotros y los que nos rodean, las bendiciones de que está repleto nuestro nombre. ¡Felicidades!