No he llegado hasta aquí, para, encubierta en una falsa modestia,
decir como otros que no soy escritora.
La humildad hay que cultivarla en su justa medida, y ni por exceso ni por defecto es buena…
Considero que escritor es todo aquel que escribe desde una actitud de constancia,
voluntad y disciplina, y dentro de ese grupo,
justo será dar un lugar objetivo a las clasificaciones:
buenos, malos, mediocres e infumables.
No me corresponde a mí decir en qué categoría me incluyo, y francamente,
tampoco me importa encasillarme en una u otra. Nací para escribir,
así lo siento, como una necesidad vital que me conforta,
como una adicción que me produce dependencia,
y no concibo el mundo si no supiera expresarme de este modo
ni pudiera apasionarme cada día con la música del verso y bailar con sus estrofas.
Eso, y el calor de los afectos más cercanos me basta para sentirme satisfecha y en paz
conmigo misma y con ese mundo, irascible a veces,
que mantiene mis pies sobre el asfalto.
No me importan los logros ni los premios,
ni qué podium conquisten mis pasos tras mi obra…
mientras me impulse acompasada al ritmo del vértigo y la pluma,
me sobran los motivos para sentirla mía y poder proclamarme dueña absoluta de sus letras.
¡Así de pobre soy, y así de rica! Y mediocre o no… ¡Soy escritora!
A veces, mezcla de ese tesón y buena suerte,
he conseguido incluso alguna distinción por mis méritos:
tener muchos amigos,esa es mí riqueza
Juanita