Los perfumes dicen mucho sobre la personalidad de una mujer. Existen varios tipos de fragancias que "cuentan" al mundo, cómo somos: románticas, dulces, sensuales, rockeras, divertidas, alocadas, atrevidas, delicadas, profundas, apasionadas o deportistas.
A todas nos encantan, ya que, son un aliado perfecto para fiestas, trabajo, cenas, viajes de placer o vacaciones especiales.
Hoy os contaremos la historia, de uno de los "mejores amigos" de la mujer:
El Perfume
Cuentan que Alejandro Magno, rey de Macedonia, era un monarca muy presumido y aseado, hasta el punto que, era capaz de perfumar cualquier habitación con el aroma de su cuerpo.
Desde entonces, comenzaron a fabricarse ungüentos con sustancias aromáticas, musgo e incluso se llegaron a utilizar animales. El perfume, según los historiadores, está tan presente en la historia del hombre como cualquier héroe o leyenda.
Los aromas han acompañado al ser humano siempre: los hombre primitivos encendían ramas o resinas, ya que éstas desprendían un olor muy agradable.
Durante la historia, también se han empleado los perfumes en rituales religiosos, como ofrenda a las divinidades o a las fuerzas sobrenaturales, para que éstas fueran misericordiosas con el destino de los hombres.
Desde el Mediterráneo, los griegos, crean el boom de las fragancias en el mundo de la cosmética. Exportaron su amor por los perfumes, desde el Cercano Oriente hasta España.
Los primeros perfumistas nacieron en una colonia griega al sur de Italia y se instalaron en Roma. La cosmética floreció en la capital como nunca antes había ocurrido en ningún otro lugar.
Las bellas damas romanas tenían una forma bastante particular de perfumarse: hacían llenar la boca de sus esclavas con fragancias para que luego, éstas se la espurrearan en su rostro y cuerpo. Un especie de "vaporizador" humano.
Los perfumes eran considerados como "las artimañas del diablo", ya que las mujeres los utilizaban para seducir a los hombres, algo que era considerado, en aquellos tiempos, como una condena.
Aún así, el cristianismo defendía la utilización de perfumes y cosméticos. En la Biblia, a lo largo de muchos pasajes, se nos muestra el uso extendido de la perfumería: en el Nuevo Testamento vemos la imagen de la hermana de Lázaro lavando los pies de Jesús con perfume.
No obstante, son los árabes los que supieron asimilar y perfeccionar mejor que nadie el mundo de las fragancias y cosméticos.
Utilizaron alambiques para destilar alcohol como soporte para las esencias, elaboraron refinados perfumes como el almizcle, la algalia y el famoso, Agua de Rosas.
Desde entonces, y gracias a la existencia de los mercaderes que comenzaron a inundar el mundo con nuevas fragancias y especias, la buena costumbre de acompañar el aseo personal con aplicaciones perfumadas, se puso de moda.
La invención de la imprenta facilitó la traducción de numerosos tratados antiguos de perfumería, que hicieron llegar a la población las mil y una maneras de usar perfumes.
Florencia y Venecia fueron las capitales de la fragancia. El nacimiento de la química posibilitó que la perfumería evolucionase notablemente, mejorando la destilación y la calidad de las esencias.
En Venecia, empleando técnicas orientales, se produjeron los primeros frascos de vidrio soplado. Otros vidrieros italianos, decidieron marcharse a Alemania y Bohemia, encontrando allí, un cuarzo bastante duro que les permitió tallar, grabar, pulir y decorar sus nuevos envases, había nacido una nueva técnica que perdura hasta nuestros días.
Los ingredientes de un perfume, son mezclas que contienen sustancias aromáticas, pudiendo ser éstas aceites esenciales, naturales o esencias sintéticas; algo tan sencillo como la fusión de un disolvente, alcohol en la mayoría de los casos, y un fijador proporcionan agradables y duraderos aromas a diferentes partes de nuestro cuerpo.
La fragancia es algo tan importante y distintivo de una mujer, que Cocó Chanel, una de las grandes visionarias que ha tenido el mundo de la moda, solía decir: "El perfume anuncia la llegada de una mujer y alarga su marcha."