HAY SUEÑOS QUE NO MUEREN.
Hay sueños que no mueren. Se empeñan en ser sueños. Ajenos a la comba de la esfera y a las operaciones de los astros, trazan su propia órbita inmutable y, en blindadas crisálidas, se protegen del orden temporal. Por eso es que perduran: porque eligen no ser. Negándose se afirman, rehusando se mantienen, como flores de cuarzo, indestructibles, puros, sin dejarse arrancar de su dormiente ínsula. Intactos en el tiempo, son inmunes a la devastación que en cada vuelta acecha, inhumana, a la pasión que exige y que devora, a la desobediencia y extravío que en los vagabundeos centellean. Monedas que el avaro recuenta sigiloso nunca salen del fondo del bolsillo. No ambicionan. No arriesgan. No conquistan. No pagarán el precio del fracaso, la experiencia, la determinación, la ebriedad o el placer. Sólo son impecables subterfugios.
(Ana Rossetti)
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