Vienes a mi, te acercas y te anuncias
con tal leve rumor, que mi reposo
no turbas, y es un canto milagroso
cada una de las frases que pronuncias.
Vienes a mi, no tiemblas, no vacilas
y hay al mirarnos atracción tan fuerte,
que lo olvidamos todo, vida o muerte,
suspensos en la luz de tus pupilas.
Y en mi vida penetras y te siento
tan cerca de mi propio pensamiento
y hay en la posesión tan honda calma,
que interrogo al misterio en que me abismo
si somos dos reflejos de un ser mismo,
la doble encarnación de una sola alma.
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