Si en mis frías tardes grises,
un rayo de luz denotas,
es sólo el corazón mío,
que dejó escapar a mi alma,
de su prisión de amor puro,
convirtiendo horas felices;
es por eso que me notas,
alejada del hastío,
envuelta de paz y calma,
cual sortilegio y conjuro.
La felicidad que entregas,
a mis tardes conjugadas,
percibe sutil grandeza,
con caricias a mi vera,
relajando con ternura,
el tiempo que me postergas,
en las horas esperadas,
evitando la tristeza,
con la mirada sincera,
en mis días de locura.
Es por tí que tengo vida,
y por andar, un camino,
que me lleve hasta tu nido,
cobijando mis caricias,
arropando los ayeres,
que me vieron decidida,
a seguir en tu destino,
es por eso que te pido,
de tu amor esas delicias,
y confiando en que me esperes.
Voy mojando la almohada,
con mis lágrimas marcadas,
es por ti que sufro lento,
con la ausencia que me dejas,
en tu tiempo de combate,
y la espera descuidada,
de cadenas tan pesadas,
sin arrancar lo que siento,
escondiendo algunas quejas,
en mi corazón que late.
Es por tí que desespero,
en noches sin blanca luna,
pensando en bellos momentos,
que conservo en la memoria,
por ti, que rauda me presto,
a dejarte en un lucero,
reflejando en la laguna,
un caudal de sentimientos,
conformando nuestra historia,
que dejo de manifiesto.
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