COLUMNA EDITORIAL El ciudadano que queremos
30 de agosto de 2014
Tras las sonrientes vacaciones estivales y una intensa preparación organizativa, metodológica y logística, las aulas abiertas en toda la geografía cubana recibirán este 1ro de septiembre a más de dos millones de niños, adolescentes y jóvenes en todos los niveles y tipos de enseñanza, desde la prescolar hasta la universitaria.
En función de este objetivo de primera prioridad no se han escatimado tiempo, esfuerzos y recursos; estos últimos, si bien acrecentados y de alcance multimillonario, siempre menos que los necesarios, debido a los múltiples apremios simultáneos en un país despiadadamente bloqueado, al que todo le cuesta más caro, si puede conseguirlo, y que aún no ha logrado desplegar su potencial de productividad y eficiencia en la gestión económica.
Las autoridades del sector han puesto en primer plano de sus debates internos y públicos, con una saludable mayor transparencia, los errores, deficiencias e insuficiencias más recientes, y los acumulados en etapas anteriores, para los que se intentará encontrar nuevos remedios y soluciones más eficaces a partir del presente curso. Es también en ese tono y con similar perspectiva que se ha discutido al respecto, en las asambleas municipales, provinciales y nacional del Poder Popular, así como en otros ámbitos de la sociedad cubana, toda vez que es este el proceso de mayor masividad e importancia estratégica que desarrolla el país.
Se evidenció, conforme a juicios hechos públicos por especialistas, diputados y dirigentes educacionales, estudiantiles, políticos y gubernamentales, que el empeño por transformar, flexibilizar y perfeccionar no tuvo todavía en el pasado curso una respuesta coherente en materia de aprendizaje y formación integral, además de la permanencia de serias dificultades en el nivel secundario, el persistente desaprovechamiento de las capacidades para la formación de pedagogos, descenso en la cantidad de aprobados para continuar estudios universitarios y vergonzosas reiteraciones de fraudes, acciones delictivas y corruptas en torno a exámenes, entre otros notorios defectos.
De ahí que se hayan adoptado y difundido ampliamente nuevas medidas como expresión del sentir de directivos, docentes, alumnos y familiares en interés de elevar el rigor y la calidad del proceso docente educativo y sus resultados en el actual período. Se ha puesto énfasis en que las adecuaciones emprendidas no significan en absoluto menos exigencia o acomodamiento, sino que, por el contrario, deben propiciar el avance hacia una revolución en los contenidos y el perfeccionamiento en toda la gestión educacional, que se distinga por la mayor motivación, formación profesoral y participación de los docentes en la toma de las decisiones, para el rescate y renovación de la escuela cubana.
Se trata de revalorizar una práctica pedagógica e histórica con vocación creativa, para adaptarla científica y eficazmente a las nuevas condiciones históricas, económicas y sociales, y asumir la innovación, la permanente introducción de los resultados investigativos, en función de las problemáticas de cada lugar, con un rol más activo e integral de todos los miembros del sistema.
Asimismo, lograr una respuesta más urgente, enérgica y palpable del trabajo educativo, centrado en el aprendizaje y apoyado por un debate ideológico y político encaminado a la formación de valores y contra la indisciplina social y otras conductas nocivas presentes en la sociedad, a partir del ejemplo de los educadores.
Se requiere también impulsar una más intensa y exitosa inserción de la escuela en la comunidad y que cada institución docente resulte cada vez más atractiva para el estudiante, el maestro, las familias y el barrio, de modo que reciba más de su entorno, al tiempo que lo influya como centro que irradia conocimientos, ética, valores, cultura.
El gran reto al que estaría enfrentado nuestro sistema educacional, conforme lo ha resumido el miembro del Buró Político y primer vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, es el de construir el ciudadano que queremos: patriota, humano, disciplinado, decente, trabajador, activo, solidario, pensador, revolucionario. |