“Chávez y la resurrección de un pueblo” es uno de esos libros imprescindibles que llegan para explicar la historia, los hechos, e intentan acercarse de forma dinámica y sencilla —pero muy profunda— a la dimensión real de la relación entre un hombre, un líder y su pueblo, esa que los enlaza y los hace luchar, transformar, construir, trazar nuevos caminos.
En esta ocasión se trata de la relación especial entre el líder naciente Hugo Chávez y su pueblo “ya resurrecto”, que al decir del autor, Germán Sánchez Otero, comenzó antes del 4 de febrero de 1992 aunque fue el “por Ahora” aquel, aparentemente insignificante y salido sin pretensiones, el que representó un estímulo y definió muchos porqués hasta ese momento silenciados.
Al entrevistarlo acerca del libro, Sánchez Otero refiere que surgió de una motivación muy íntima, algunos dirían que egoísta: “Fue una manera que tuve algún día del mes de marzo del pasado año, una noche, de tratar de encontrar una vía espiritual, sentimental, de ideas para mantenerme en contacto con esa persona, ese ser humano que yo había conocido en Caracas en septiembre del año 1994 y que, desde la primera vez que tuve ocasión de conversar con él quedé cautivado, como nos pasó a todos los cubanos y a muchos seres humanos en el planeta que lo conocieron y tuvieron la oportunidad de descubrir a un hombre lleno de tantas virtudes, de tantos dones y de tanta capacidad para encontrarse con la gente e inmediatamente lograr una empatía, una comunicación muy especial.”
El autor, quien vivió 15 años en Venezuela como Embajador de Cuba en ese país, confiesa haberse acostumbrado a ver al Comandante Supremo por televisión, a acompañarlo en actividades públicas y otras de carácter familiar, más personales, y a sabiendas que – como diría Fidel- ni él mismo imaginaba lo grande que era- luego de su desaparición física sintió que era una obligación mantener con él una comunicación e intentar descubrir su evolución, especialmente aquellos elementos que condicionaron a ese hombre gigante hecho historia a partir del 4 de febrero.
“(…) Yo suponía que conocía la trayectoria de la vida de Chávez desde que nació hasta su desaparición física, especialmente la que abarca desde su nacimiento hasta el 2 de febrero de 1999 cuando por primera vez asume la banda presidencial. Lo había escuchado muchas veces hablar de sus historias de niño, en los Aló Presidente, en discursos y momentos familiares, compartiendo con él, jugando bolas criollas en su cumpleaños o en el de alguno de sus hijos pues de uno u otro modo siempre necesitaba hablar de sus vivencias de la juventud, como conspirador. Y tenía la virtud de hacerlo muy bien, relatar las cosas con mucho colorido, con detalles, sentimientos, alegrías y cuando se trataba de situaciones difíciles, con mucho rigor histórico. Había leído infinidad de entrevistas realizadas a él en las que dio a conocer su ideología política, sus conceptos de la teoría revolucionaria e historiaba todo el proceso bolivariano hasta ese momento, en los años 1997-1998”, reflexiona.
Pero la vida le demostró que solo buscando, hurgando aún más en los documentos, en las entrevistas publicadas y otras que debió realizar pudo tener una dimensión más certera de la etapa que describe en este libro.
“Él dejó un legado escrito sobre su vida y sobre este periodo histórico en particular muy rico, muy amplio, con detalles, matices, y él narraba, contaba. A diferencia de otros biografiados que no tenían ese don, esa habilidad de contar, yo podía partir de las propias narraciones de Chávez e intentar hacer una biografía narrada. Personas cercanas a él brindaron también sus testimonios: amigos de la infancia, Adán, personas claves de su presencia en la academia militar y durante el proceso de creación del MBR 200, durante la cárcel, compañeros de batalla y de la propia cárcel en Yare”, precisa.
Para Sánchez Otero, autor de textos anteriores como La nube negra y Abril sin censura, significó todo un reto relatar estos hechos de la vida del líder venezolano y a la vez, evitar una narración matizada por algo de imaginación, que no fuera una novela sino un relato verídico.
“Se corre el riesgo, incluso, de que el lector crea que está en presencia de un relato de ficción, y es que su vida está llena de momentos diversos, ocurrencias, pero nada existe que pueda cambiar los hechos tal y como ocurrieron”, explica.
Por eso, prefiere verlo como un libro colectivo cuyo primer autor es el propio Hugo Chávez. De ahí que encontremos en él referencias a un gran amor, la mujer que le dio tres hijos, varios capítulos sobre el ambiente y la formación familiar, descripciones emocionantes como la del día que va a Barinas a poner flores en la tumba de su abuela Rosa Inés y conoce la historia del niño José Gabriel, sus hermanitos y su madre pobre, y otros relacionados con la complejidad y la evolución de su pensamiento.
Al referirse al título del libro, Sánchez Otero relata que fue lo último que escribió y procede de una expresión del propio Chávez el 2 de diciembre de 1998 en la que afirma, apenas cuatro días antes de las elecciones del 6 de diciembre de ese año en la que el pueblo lo elige presidente por primera vez, que estamos presenciando con nuestros propios ojos la resurrección de un pueblo.
Al indagar sobre la continuidad, el autor habla de una segunda parte titulada “Hugo Chávez, el presidente del pueblo”, a propuesta de Adán Chávez. Dice que la intención es continuar con el mismo estilo, lo narrativo en todo lo que sea posible, aunque al complejizarse más el papel de Chávez como líder y ampliarse mucho más allá de las fronteras de Venezuela, tendrá que incursionar, inevitablemente, en interpretaciones y análisis sobre diversos aspectos de su vida como dirigente, sus aportes al ámbito de la integración y de la unión latinoamericana, su concepto sobre la Revolución Bolivariana y el camino revolucionario y socialista venezolano, que está lleno de aportes suyos.
“La intención es que continúe con el mismo estilo, narrativo siempre que sea posible, aunque el segundo volumen no tendrá final; va a comenzar el 2 de febrero de 1999 cuando asume la banda presidencial y será abierto, como lo es el propio Chávez, porque Chávez es el pueblo venezolano, el pueblo cubano y cientos de millones de personas en el mundo que lo admiran. Y aunque desde el punto de vista de su historia física, como dirigente y como líder, lógicamente terminará el 5 de marzo, trataré y he pensado que un último capítulo se refiera a ese Chávez multiplicado, ese Chávez hecho gente, sensibilidad en tantos millones de personas”, afirma.
Al decir de Germán Sánchez Otero, algo especial de esa segunda parte será incluir más detalles, análisis, ejemplos de la relación de Hugo Chávez con Fidel Castro “esos dos grandes gigantes, el vinculo discípulo-maestro con el que él consideraba a Fidel como su padre, algo difícil de poder narrar e interpretar pero que indudablemente es una de las páginas más importantes de Chávez en su vida y de Fidel, en la suya”.
Y resume: “Para entender a Chávez hay que conocer a fondo esa relación suya, tan creativa, tan dulce, tan llena de momentos emotivos, donde él supo reconocer en Fidel el líder histórico de la Revolución Latinoamericana, al hombre sabio al que le podía consultar opiniones, intercambiar ideas y a la vez, fue capaz de escucharlo, de seguir mucho sus consejos, pero siempre con una impronta muy personal, con una capacidad de creación extraordinaria, sustentado en la realidad y la historia de la patria venezolana, de los contextos políticos coyunturales, de esa historia revolucionaria y bolivariana que él condujo sin dogmatismos ni ánimos de repetir la experiencia cubana. Él supo conocer nuestra realidad a fondo, saber dónde Cuba se equivocó, dónde triunfó, sus fortalezas y aprovechar al máximo ese caudal extraordinario que es la historia de la Revolución Cubana, para trazar, inspirar y estar al frente de la resurrección de su pueblo”.