Cuántas anécdotas podrían mencionarse sobre el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, de sus años de juventud, en la intensidad de la guerra y luego del triunfo de enero de 1959. Hoy, al aproximarse el quinto aniversario de su deceso, le ofrecemos tres.
Y eso que no habló contigo antes
Confinado a la cárcel de la otrora Isla de Pinos tras el asalto al cuartel Moncada, un día destinado a visitas a los presos, Almeida recibió a Ventura, un amigo del reparto Poey, y le presentó a Fidel.
Al marcharse el líder revolucionario a departir con familiares, el amigo, admirado, le dijo a Almeida: “Macho, verdad que ese hombre impresiona, se ve que es un tipo grande, no solo de tamaño, sino por la forma en que mira”. Entonces el futuro Comandante respondió convencido: “Y eso que no habló contigo antes del asalto, porque seguro que te hubiera convencido y hoy estarías muerto o preso aquí con nosotros”.
Nunca llegó segundo al combate
En los días iniciales, luego del triunfo revolucionario de 1959, el mismo amigo de juventud le preguntó al Comandante Almeida cómo él, sin ser una “gente de escuela”, ocupaba tan alta responsabilidad en el ejército victorioso; su respuesta lo impactó: “Ventura, es que yo nunca llegué segundo a un combate y jamás me fui primero”.
¿Ustedes saben por qué yo soy Comandante?
Durante un viaje hacia la loma del Yarey, donde se efectuaban las principales reuniones de la dirección administrativa y partidista de la provincia de Oriente, denotaba gran seriedad en su rostro. “No veo avances en nuestra gestión de dirección”, dijo a sus acompañantes.
Al llegar a la reunión pidió que todos se quedaran sentados. Él se mantuvo de pie y dirigiéndose a uno de los presentes le preguntó si sabía por qué él era Comandante. Su mal humor no dejaba dudas.
El compañero respondió que se debía a sus valores históricos, a su participación en el ataque al Moncada, en el desembarco del Granma, la Sierra Maestra y en las tareas asumidas luego del triunfo revolucionario de 1959. Un aplauso sirvió de colofón.
Repitió la pregunta a otros compañeros, pero su rostro se mantenía serio. “Soy Comandante no solo por lo dicho aquí, sino porque nunca he dejado de cumplir una tarea que me haya confiado Fidel y esta de dirigir la provincia de Oriente corro el riesgo de incumplirla por la actitud de ustedes… No se engañen, voy a cumplir con Fidel.
“Les pido que rectifiquen su actitud, pues quien sea sustituido no va a ser para ir a dirigir a otro lugar. No, los destituyo, les quito el carro, si tienen oficio los pongo a disposición del Ministerio de Trabajo, o los sitúo como aprendices para que se ganen el respeto y consideración de los trabajadores”. Preguntó si alguien tenía algo que decir. Nadie respondió. La reunión terminó.
*Para la realización del presente material contamos con la colaboración del compañero Isauro Beltrán, miembro del Buró Provincial del Partido en Oriente en el tiempo en que Almeida fungió allí como Delegado del Buró Político. También con notas y recuerdos del compañero Ventura Manguela (ya fallecido), amigo de juventud de Almeida.