› LA CAMPORA HIZO AYER UN ACTO MULTITUDINARIO CON MAXIMO KIRCHNER COMO ORADOR PRINCIPAL
La agrupación de jóvenes kirchneristas hizo una demostración de fuerza, al reunir a más de 40 mil militantes en Argentinos Juniors. En el que fue su primer discurso público, su líder destacó la importancia de “los proyectos políticos” y criticó a la oposición.
Máximo Kirchner, el hijo de los últimos dos presidentes de la Argentina, dio su primer discurso público. Fue en el cierre del acto de La Cámpora en Argentinos Juniors, donde el sector más representativo del kirchnerismo hizo una demostración de fuerza de cara a las presidenciales de 2015. Ante un estadio repleto de militantes de la organización que fundó hace ocho años, Máximo Kirchner dijo que “Cristina es el último dique” que separa al país de aquellos que lo gobernaron durante gran parte del último medio siglo. Afirmó que en la política “no hay hombres y mujeres providenciales” ni “apellidos milagrosos”, sino que lo que cuentan son “los proyectos políticos”. A pesar del mal pronóstico meteorológico, más de cuarenta mil personas vieron en vivo su debut, que pareció más un gesto hacia la tropa propia que el lanzamiento de una candidatura, pero que no va a pasar inadvertido en el panorama a once meses de las PASO.
La ocasión no fue casual. Era el primer acto de esta magnitud que organizó La Cámpora en solitario, sin compañía de otros espacios de Unidos y Organizados o del Frente para la Victoria: toda la capacidad del lugar estuvo destinada a miembros de esa organización llegados de todas partes del país. Fue una demostración de fuerza: “No sé si hay muchas organizaciones, kirchneristas o no, que puedan llenar un estadio con militantes”, analizaba uno de los organizadores, satisfecho con el resultado. Además, la fecha elegida fue la del cuarto aniversario del acto del Luna Park que coronó a la juventud como una de las patas principales del kirchnerismo.
Como para no dejar dudas, sobre el escenario estaba, junto a Máximo Kirchner, la mesa chica de La Cámpora: los diputados nacionales Andrés Larroque, Eduardo “Wado” De Pedro, Mayra Mendoza y Juan Cabandié; el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde; y el legislador bonaerense José
Ottavis. El resto de los invitados, abajo, en las primeras filas: había presidenciables como el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri; y el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez; el ministro de Economía, Axel Kicillof; el titular de la Anses, Diego Bossio; los titulares del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, y porteño, Víctor Santa María. También estaban dirigentes como el titular de la Afsca, Martín Sa-bbatella; el titular de Miles, Luis D’Elía; y el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto.
“Detrás de esto no hay ninguna especulación. Más bien una deuda –aclaró Máximo Kirchner al comienzo–. Les debía esto a los compañeros que dieron la cara y pusieron el cuerpo todos estos años. Hay muchas peleas más por dar, y estoy seguro de que van a estar firmes junto a Cristina.” De todos los militantes presentes, sólo habían podido escucharlo algunos pocos que compartieron con él reuniones, asados o encuentros a solas en Buenos Aires y en Santa Cruz.
Luego ratificó que la Presidenta seguirá siendo la conductora del espacio una vez que finalice su mandato (“el futuro está ahí”, dijo), criticó a la oposición que asiste a programas de televisión pero no piensa en política y a “dirigentes sindicales devenidos empresarios” que se fueron del gobierno criticando por izquierda y ahora “están con Macri”, y pidió que “el futuro de la Argentina no quede en manos de los violentos, sino de los que quieran dirimir sus ideas en las urnas”.
En ese sentido, en un mensaje que puede leerse tanto hacia afuera como hacia adentro, desafió a quienes quieran cambiar las políticas de este Gobierno: “Si están tan interesados en terminar con el kirchnerismo, por qué no compiten con Cristina, le ganan y sanseacabó. Volveremos a la calle a hacer lo que tenemos que hacer, que es reconstruir el país”. Fue el momento más caliente de un discurso de casi media hora, marcado por un tono emotivo y los nervios del orador debutante que sin embargo mostró soltura y algunas inflexiones que hicieron recordar a su padre. el ex presidente Néstor Kirchner.
Antes del acto, desde la organización habían hablado de un “punto de inflexión” y del “comienzo de una nueva etapa”. La aparición de Máximo Kirchner sin duda marca una nueva etapa para La Cámpora. “No hay nada seguro, pero no creo que sea la última vez”, confiaba uno de los referentes de la organización tras el acto. “Tendrá un mayor protagonismo desde ahora”, anticipaba otro. Todos descartaron, en cambio, la posibilidad de una candidatura. “Por ahora no está pensado que sea candidato a nada”, fue la respuesta monolítica ante la pregunta de rigor.
Durante su discurso Máximo Kirchner no hizo referencia directa a la posibilidad de postularse a algún cargo, pero aseguró que “en la política no hay apellidos milagrosos” ni “hay hombres ni mujeres providenciales”, sino proyectos políticos y recordó que el lugar natural de La Cámpora es dentro del Frente para la Victoria, que es un espacio “mucho más grande, a pesar de que algunos quieran achicar y crear conflictos sin sentido”. Incluso saludó al Movimiento Evita, que recientemente lanzó al margen de Unidos y Organizados la candidatura de Jorge Taiana, y felicitó a esa agrupación por el acto que realizó hace algunas semanas en Ferro.
Hubo espacio también para las críticas a los medios y a la oposición: “¿Cuál es el cambio? –preguntó–. El único programa que yo les conozco a algunos políticos son los programas de televisión donde siempre dan el presente, todo lo saben y todo lo resuelven, pero después cuando los vemos gobernar pasa lo que pasó hace algunos años en la Argentina. Si realmente este Gobierno es tan malo como uno escucha en la televisión; si es tan malo como dicen en sus medios y que no tiene aceptación popular, pues acá está la cancha de Argentinos”.
Luego de que concluyera el discurso, Máximo Kirchner bajó del escenario para saludar a algunos de los asistentes al evento. Allí también se encontraban otros funcionarios del Gobierno que habían observado el acto desde un costado del escenario. Este epílogo fue breve: la amenaza de la lluvia disuadió a todos para abandonar el predio a paso veloz.