Mucho se habla en la actualidad del deseo sexual, pero pocos pueden comprenderlo. Según los científicos, este no es solamente una emoción o una experiencia instintiva, sino que además envuelve áreas del cerebro que realizan tareas intelectuales, razón por la cual es un fenómeno muy personal, muy subjetivo y de gran complejidad.
La ausencia de deseo
Un alto por ciento de mujeres en el mundo sufre de falta de deseo sexual. Los hombres también confrontan problemas, sólo que, si para ellas es difícil hablar del tema, ellos ni siquiera tocan el punto, luego no se tienen estadísticas que puedan ayudar a comprender qué sucede en realidad.
La mayoría de las personas opina que la explicación de todo está en que el deseo sexual se agota. Al parecer en el caso de las mujeres el estrés y la fatiga tienen una gran responsabilidad, aunque igualmente la baja autoestima y la incapacidad para alcanzar el orgasmo son elementos de peso que afectan la libido femenina.
Cerebro y sexualidad
Sin lugar a dudas, en el proceso sexual están implicados componentes endocrinos, genéticos y psicológicos; sin embargo, los circuitos cerebrales son muy importantes para entender el deseo, o su ausencia.
Cuando nos sentimos atraídos sexualmente por alguien, en el cerebro se activa una red localizada en regiones específicas.
Dichas zonas gobiernan las emociones, la motivación, la imagen corporal, así como recuerdos asociados a experiencias vitales.
Las memorias pueden afectar el deseo sexual en formas incluso muy sutiles. Pongamos por caso, una persona puede sentir rechazo sexual por otra si esta tiene un aspecto físico o espiritual que le recuerde eventos vividos desagradables.
Los expertos en sexualidad opinan que en realidad el deseo es un resultado de las partes emocionales, motivacionales e intelectuales del cerebro.
Expectativas durante el sexo
Distintos estudios han arrojado que las personas con bajos niveles de deseo sexual pierden tiempo interpretando a su compañero y llegando a conclusiones que probablemente ni sean correctas.
Por otra parte, monitorean sus propias reacciones ante el estímulo erótico. La mente, lejos de disfrutar, se concentra en analizar lo que acontece en base a expectativas previamente forjadas.
Ello se refleja en que se activan las regiones cerebrales prefrontales, encargadas de la inhibición conductual, de la autoevaluación y de interpretar las acciones de los demás.
Los famosos dolores de cabeza de las mujeres posiblemente tengan sus raíces en esta considerable actividad intelectual durante la relación sexual.
Las causas del deseo sexual, más que químicas, estarían en el plano psicológico y del intelecto, lo que discrimina una solución hormonal en favor de enseñar a las personas a relacionarse más libremente, sin excesivos juicios sobre sí mismos o los demás.
Fuente: ojocientifico.com