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*Por Fernando Vicente Prieto, @FVicentePrieto*
Robert Serra
Hace 48 horas que asesinaron a Robert Serra y, en la misma operación criminal, a María Herrera. Robert era un pibe, un chamo venezolano. Hacía cuatro años que era diputado y tenía sólo 27. Era el parlamentario más joven de Venezuela. Sus asesinos se ensañaron con su compromiso inclaudicable, con su voz firme y potente, porque representa lo mejor de una juventud revolucionaria dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias.
Creyeron que lo mataban completamente en ese acto cruel y al mismo tiempo, perfectamente racional. Querían matar en él a una generación, convocada por Hugo Chávez a la tarea más difícil y hermosa. Pero Robert Serra sigue hablando después de muerto y desde allí, señala en su gesto eterno a los asesinos. Lo quieren matar una y otra vez, y ese 1° de octubre –dolorosamente- lo logran. Pero no del todo.
Aunque hace 48 horas lo apuñalaron en La Pastora, prendo la tele y ya está Robert hablando, otra vez, y ahora de su propia muerte. Dialoga en el programa Zurda Konducta con otros chamos como él, algunos vestidos de periodistas. Robert mueve las manos y habla claro. Analiza el momento de la Revolución, describe el trabajo asumido por la juventud tras la encomienda de Chávez y de repente empieza a contar quiénes lo asesinaron, por qué, en qué contexto.
“Que el país observe lo que está ocurriendo. ¿Por qué el primero que salió en defensa de Lorent Saleh fue Álvaro Uribe Vélez? Porque hay intereses directamente relacionados, entre el paramilitarismo que dirigió personalmente y que aún dirige en Colombia y estos hechos despreciables”.
“Si nosotros revisáramos en retroactivo la perimetría de lo que fueron los caídos en los últimos hechos de guarimba, un tiro certero a la cabeza, de balas 9 mm o de alto calibre. Un tiro certero. No cualquier tirador tiene esa capacidad para hacerlo”, informa Robert. “Recordemos lo sucedido en abril de 2002, con el golpe al Comandante Chávez”.
Y desde ese contexto vuelve a hablar de la actualidad: “Y mira esta sinvergüenzura de Lorent Saleh, que dice: ‘Tenemos la fachada diplomática con esto de la Operación Libertad”. Con elocuencia se refiere al líder de Operación Libertad, uno de los “pacíficos estudiantes opositores a Maduro”, según los califican los medios privados.
“Él dice así, cara e’ tabla, el malandro este dice ‘tenemos la fachada diplomática en aras de la defensa de los derechos humanos’. Y tú ves que cuando nuestros cuerpos de seguridad del Estado salen en garantía de la paz del país, son quienes resultan convertidos en victimarios por la matriz de opinión. Yo quisiera ver a CNN repetir estos videos que están sacando hoy. Quisiera ver al maltratador de mujeres de Fernando del Rincón repitiendo esto. Quisiera ver a Patricia Janiot. Quisiera ver a todos los que han iniciado una campaña contra nuestro país”, insiste.
Robert no se detiene: continúa señalando tácticas y responsables. Recuerda que los grupos paramilitares planificaban atacar discotecas y licorerías de San Cristóbal: “A sus propios muchachos -exclama-, para que el estallido social sea mucho mayor”.
Y luego se dirige de frente a Antonio Ledezma, el derechista alcalde metropolitano de Caracas: “Yo sé que tú me debes estar viendo”, le dice. Y lee uno de los muchos tuits con los que Ledezma salió inmediatamente a defender al grupo paramilitar.
También lee un tuit de María Corina Machado, que cínicamente afirma que “todo el mundo sabía lo que le esperaba a Lorent Saleh y Gabriel Valles en manos del régimen”. Y Robert vuelve a acusar: “¡No! No lo sabían todos. ¡Lo sabías tú, sinvergüenza, porque estás en el plan! Lo sabías tú, lo sabía Antonio Ledezma, lo sabía Leopoldo López y lo sabía Álvaro Uribe, que son los que están en el plan de desestabilizar la democracia. Ahora lo sabemos muchos”.
Mira a la cámara Robert. Con su pelo corto y el peinado parado de siempre y su cara de muchacho de barrio, inteligente y atorrante. Profundo. Chavista. Con toda una vida por delante. Se golpea el pecho y advierte.
Dice: “Y estoy seguro, estoy seguro, que en esa lista macabra quizás lo tenían a uno. Bueno: láncense. Pero no importa. Estoy seguro de que tenían a responsables de colectivos y movimientos sociales. ¿Para qué? Para generar la reacción que le diera a CNN el formato ‘pelea de perros’, que han puesto en práctica los gringos en otros países del mundo, para demostrar que aquí no hay gobernabilidad, que Nicolás Maduro no garantiza la paz y así poder intervenir el policía del mundo, que son los benditos gringos”.
Y vuelve a explicar Robert, acá en su muerte pero con su voz llena de vida: “Hay que ir a la raíz de esto, mis queridos camaradas. Esto nace en una fiesta. Yo tengo el registro migratorio de muchos de ellos: cómo salen por Costa Rica, por Colombia, desde que nosotros denunciamos la denominada fiesta mexicana. ¿Y qué era la fiesta mexicana? Una fiesta convocada en México por un grupo de ex banqueros venezolanos, prófugos de la justicia venezolana, quien a través de un operador político llamado Gustavo Tovar Arroyo giró instrucciones para que desatara la violencia en nuestro país”.
“Yo estoy convencido de que ellos mañana van a banalizar la denuncia -continúa-. Ellos quieren ver el cadáver del presidente para decir ‘Ah sí, tenían razón los chavistas’. Y como lo van a banalizar? Van a decir que esto es una bomba de humo para tapar los problemas del país”.
De a poco va llegando el final del programa. Escucha un tuit de un joven derechista que dice: “Quiero tener una pistola y caerle a tiros a todos los de Zurda Konducta”. Robert asiente como diciendo “¡justamente!” y señala: “¿Ven? Esto es producto del odio que ha inoculado la derecha”.
Y agrega: “Hoy la historia le da la razón a Nicolás Maduro, que dijo: ‘Señores, detrás de esto está el imperio, está la mano de Álvaro Uribe’, que tiene deseo de sangre en Venezuela, producto de su fracaso en Colombia, que quiere acabar con la paz en nuestro país y que no tiene absolutamente nada que perder porque ni la moral le queda”.
Se despide Robert. Habla de la importancia de las elecciones legislativas de 2015, donde la derecha intentará alcanzar la mayoría para luego dar un golpe parlamentario, como en Honduras y Paraguay. “Ganarla bien ganada. Vamos a construir mayoría con nuestro pueblo. Lo que nos estamos jugando el año que viene será la paz y la democracia de nuestro país. Acompañemos el legado de Hugo Chávez. Si nos preguntaran a esta generación, cuál es nuestro objetivo, no es un cargo, compañero. Es hacer irreversible los sueños de Hugo Chávez y su legado en esta Patria que formó para nosotros”.
Robert Serra. 27 años. Joven diputado chavista. Revolucionario que nunca se callará la boca. Para que quien quiera oír, que oiga. Porque así de claro Robert sigue hablando.
*Periodista argentino. Corresponsal en Caracas de Notas – Periodismo Popular y colaborador en otros medios de comunicación.
(Tomado del Blog de La Polilla Cubana)