EL AMOR ES CLARIVIDENTE
Le preguntaron a Beethoven lo que quería expresar con la 3a. sinfonía,
y el gran músico contestó: «Si yo pudiera expresar lo que significa con
palabras, no necesitaría expresarlo con música». Sólo los sensibles son
capaces de disfrutar de la belleza. Sólo los que tienen sentido del humor
pueden comprender el aparente despropósito de la vida. Precisamente porque
tenemos la palabra «Dios» y asociamos a esa palabra las ideas con las que nos
han programado, somos incapaces de descubrirlo en la vida corriente y
cotidiana, y en las personas que están pasando a nuestro lado. Los que aman la
belleza son capaces de captar a Dios, porque aman la vida y las personas. Sólo
el amor es clarividente. Cuando ya no te haga falta el agarrarte a las palabras
de la Biblia, entonces es cuando ésta se convertirá para ti en algo muy bello y
revelador de la vida y su mensaje.
Lo triste es que la Iglesia oficial se ha dedicado a enmarcar el ídolo,
encerrarlo, defenderlo, cosificándolo sin saber mirar lo que realmente
significa.
La mejor manera de acercarte a la verdad es que pases tiempo mirando
el mar, el campo, la naturaleza y, sobre todo, que repares en las personas como
seres nuevos, sin conceptos, sin memoria, y que las escuches desde adentro
con tu corazón abierto de par en par, comprendiéndolas, amándolas: Esta es la
mejor oración. Un día sentirás el asombro de haber estado prisionero de los
conceptos y de tu «ego». Entonces verás lo bella que se te hace la Biblia que
te acerca a la vida y no te aleja de ella ya. Entonces habrás encontrado la
interpretación de la Biblia y, en ella, el manual para comprender mejor la vida.
«Una vez había un cachorro de león que se perdió y se metió en un
rebaño de ovejas. Creció allí y se creía una oveja como ellas. Pero un día un
león adulto llegó por allí y las ovejas corrieron espantadas para ponerse a
salvo y, entre ellas, el pequeño león también corrió asustado. Pero el león, que
lo había descubierto, le da alcance y el cachorro asustado le dice: «¡No me
comas, por favor!». Pero el león, sin decir nada, lo coge y lo arrastra hasta el
borde de una charca y le obliga allí a que mire las dos imágenes reflejadas en
el agua. El cachorro, al verse como en realidad era, como un león, despertó y,
desde ese momento, ya fue todo un león».
Esto es lo que nos tiene que ocurrir a nosotros después de este curso:
que despertemos para ver claramente que somos leones y no ovejas…
Anthony de Mello
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