Hace dos años son novios, mucho antes de que Lizanka luciera sus trajes de 15, se maquillara y vistiera como una princesa. Entonces, la muchacha soñaba con un novio que la cortejara como ella creía que un príncipe debía hacerlo.
Pero su novio era parco en palabras y atenciones. Sus gentilezas no abundaban, al punto que ni para bajar del autobús. Él le decía que los caballeros eran afeminados y que nadie le iba a poner ese cartelito.
Luego pasó el tiempo y Fernan se fue tornando más osco, poco conversador, no entendía sus problemas, decía que ella era una “dramática” y “romanticoide”, y que se dejara de tanta pesadez porque se estaba convirtiendo en una mujer no deseable.
Lizanka trató de asimilar las críticas que su novio le hacia. Seguía pensando que habían nacido el uno para el otro, y que a pesar de que a Fernan se le iban palabrotas y griterías cuando se molestaba con ella, Lizanka seguía pensando que su novio era un buen hombre, pues “todos tienen defectos, y el próximo, puede ser peor”.
Un día, la pellizcó durísimo que se le hizo la marca. La madre de Lizanka le pregunta por el “morado” que tenía en su brazo. Y ella no se “acuerda” como se lo hizo. “Debe haber sido un golpe que me di, no sé.”
Después, llegó el empujón y más tarde la cachetada, porque ella había abrazado y besado en la mejilla a un compañero de estudios. “A veces me quiere tanto que los celos lo nublan y se pone verde de rabia”, dice ella justificándolo.
Cuando le respondo a Lizanka que tenía un novio violento, que la maltrataba, me responde incrédula: “¿Yo?... No lo vea así, profe, mi novio no me maltrata, sólo que me quiere mucho…”
DESDE LA MÁS TIERNA INFANCIA…
… la familia tiene que insistir con las niñas y adolescentes que las relaciones saludables implican respeto, confianza y consideración por la otra persona.
Algunas relaciones pueden volverse perjudiciales y hay que conocer cuáles son sus signos. De hecho, ciertas novias en edad de secundaria suelen ser víctima de maltrato físico por parte de su pareja.
Las novias que forman parte de estas relaciones, en ocasiones confunden el maltrato con sentimientos intensos de preocupación y cuidado. Esta actitud incluso puede parecer halagüeña. Los celos son una enfermedad que en un porcentaje de casos desencadenan violencia. No es exceso de amor, es necesidad de posesión, de propiedad.
La conducta controladora y el exceso de celos no son signos de afecto en absoluto.
El amor implica respeto y confianza. Controlar emociones y no permitir jamás ser maltratada o humillada. Nunca habrá mucho amor en quien es posesivo y violento. No se puede una llamar a engaño.