Desde hace 5 años, Cervantes, director de la emisora Morena en Tarazá, al norte de Antioquia contaba con un esquema de seguridad de la UNP que le fue retirado 15 días atrás porque según esa entidad, su vida no esta en riesgo. El periodista había dejado la investigación periodística por la locución de programas musicales debido a las amenazas que con frecuencia le llegaban y por las que tenía que abandonar su pueblo. Hace pocos días había regresado. La última vez fue debido a que, el 21 de julio pasado un desconocido llegó a su vivienda y le pidió que transmitiera por la emisora un mensaje. Cervantes se negó a hacerlo y el hombre le dijo que abandonara el pueblo porque “estaba cansado de verlo”. Este martes un sicario le disparó 3 veces, cuando recogía del colegio a su hijo.
Esta es la historia de zozobras y amenazas que al final, tristemente, se cumplieron. A Luis Carlos lo mataron.
(www.verdadabierta.com)
“La situación hoy es más grave que nunca”, afirma Luis Carlos en un tono pausado que mantiene su tono costeño, al contestar cómo se siente después de más de un año de amenazas en su contra por denunciar algunas irregularidades cometidas supuestamente en la Alcaldía de Tarazá, Bajo Cauca antioqueño.
Este periodista tiene clara la circunstancia en la cual tiene que ejercer el periodismo y lo advierte sin ambigüedades: “a mí me quieren matar unos funcionarios de la Alcaldía”. Por tal razón, Luis Carlos trabaja desde hace algunos meses en medio de dos escoltas vestidos de civil provistos por el Ministerio del Interior y de un agente de la Policía Nacional.
Con ese esquema de seguridad cubre actualmente para Teleantioquia Noticias lo que ocurre en los municipios de Tarazá, Cáceres, Caucasia, El Bagre, Nechí y Zaragoza, Bajo Cauca antioqueño, y uno más, Valdivia, que hace parte del Norte del departamento.
Toda esa zozobra empezó el 30 de agosto de 2010, cinco días después de haber realizado un informe para el noticiero de televisión en el que denunció lo que llamó “un carrusel de alcaldes”, que se originó el 11 de noviembre de 2008 luego de la detención del mandatario titular, Miguel Ángel Gómez García, ordenada por la Fiscalía 16 Especializada de Medellín que lo investigaba por los delitos de concierto para delinquir, constreñimiento y amenaza de muerte.
En el trabajo periodístico, Luis Carlos llamó la atención sobre un tema aparentemente inofensivo: en dos años y ocho meses Tarazá había tenido cinco alcaldes, uno elegido popularmente en los comicios de octubre de 2007 y cuatro más que lo sucedieron una vez el titular fue detenido por las autoridades.
En el reporte televisivo se estableció que quienes reemplazaron a Gómez García fueron Luis Walteros, Bobby Bedoya, Carlos Mario Cuartas y Carlos Salgado, todos en calidad de encargados. Adicional a ello, el periodista habló con varios habitantes de la localidad que expresaron su preocupación por esta circunstancia.
La nota periodística no le gustó a algunos, pues varios días después Luis Carlos, su esposa y un amigo que trabaja con él en la emisora comunitaria Monera F.M., recibieron varios mensajes en los que amenazaban al periodista y lo conminaban a abandonar el municipio. “Hasta el 9 de septiembre llegaron por ahí unos nueve mensajes, tanto como a ellos como a mí”, dice
Pero las estrategias de quienes querían afectarlo no se quedaron sólo en mensajes. El periodista le contó a VerdadAbierta.com que días después a uno de sus compañeros desconocidos le ofrecieron dinero para que, mediante alguna excusa, lo llevara hasta cierta parte, donde lo asesinarían. “Menos mal que no aceptó, donde le hubiera gustado la plata ya estaría yo muerto. Nunca me quiso decir cuánto le ofrecieron, eso sí, me advirtió que no fuera a salir, y me dijo que se iba a esconder”.
Una vez se hicieron públicas las amenazas contra el corresponsal del canal Teleantioquia, la Alcaldía de Tarazá se pronunció rechazando cualquier vinculación con ellas. Asimismo se pronunciaron ‘Los Paisas’, una estructura armada ilegal derivada de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), que hace presencia en esa zona. “Enviaron un mensajero diciendo que ellos no eran los de las amenazas”, precisa Luis Carlos.
Con el correr de los meses, fue encontrando detalles que le confirmaban sus sospechas. “Como en noviembre me di cuenta de que en el corregimiento Barro Blanco, el señor Elmer Rebolledo, que es de ‘Los Urabeños’, y se le conoce con el alias de ‘El Escamoso’, dijo que unos empleados de la Alcaldía le habían pedido que me amenazara. Eso fue como en noviembre”.
Tratando de alejarse de los problemas, Luis Carlos, su esposa y su hijo de cinco años, viajaron a Arboletes, en el Urabá antioqueño, de donde es oriundo. Allí todavía vive parte de su familia. Y hasta allá lo fueron a buscar. “Me tocó regresar a Tarazá”.
Y el nuevo año vino con nuevas amenazas. A mediados de enero le colocaron un mensaje, diciéndole que le daban 72 horas para que abandonara el municipio. Como no le hizo caso a esa intimidación, la presión la comenzaron a hacer llamando al canal para que lo retiraran como corresponsal. En ello, Luis Carlos ve una paradoja: “Como dicen otros alcaldes, ‘mientras que nosotros lo queremos tener acá en nuestros municipios, allá lo quieren asesinar’, eso es lo que me expresan”.
Después de unos meses de relativa calma, y luego de haber logrado que el Ministerio del Interior evaluara su nivel de riesgo y le creara un esquema de protección consistente en tres escoltas de civil y un agente de la Policía Nacional, las intimidaciones volvieron a aparecer en el mes de julio.
Inicialmente, recibió una llamada de un hombre que se identificó como integrante de ‘Los Urabeños’, quien le advirtió que si no quería tener problemas no continuará difundiendo información relacionada con la administración de Tarazá. Una amenaza infundada porque de manera preventiva, Luis Carlos se había estado cuidando de informar sobre ella.
Varios días después de la llamada, recibió en su casa, ubicada en el parque principal de la localidad y a pocos pasos del comando de Policía y de la Alcaldía, un sobre que contenía una bala de fusil y un mensaje en el que se leía “Oye, te vamos a matar”, acompañado de tres velas dibujadas en el papel.
Los últimos hechos que Luis Carlos considera amenazantes se presentaron durante la movilización campesina de octubre pasado que se concentró por doce días en Tarazá para protestar por el incumplimiento de los acuerdos firmados con el Gobierno Nacional en marzo pasado que le ponían fin a la aspersión aérea de los cultivos de hoja de coca con glifosato, se repararían los daños de los cultivos de pancoger y se invertiría en proyectos productivos para sustituir esa actividad ilícita.
“Durante ese desplazamiento, nos montaron unas personas para que nos siguieran. Yo le dije entonces al alcalde que si con esto buscan que me vaya de aquí, pues no lo van a lograr. Dígale a sus empleados que no me amenacen más porque si llego a tener una prueba le formo un escándalo”, cuenta el periodista, quien hasta el momento de escribir esta nota sumaba 16 amenazas en trece meses, todas ellas de conocimiento de la Fiscalía General de la Nación.
“Allá en la Fiscalía dicen que les queda muy duro averiguar de dónde venían las amenazas. Y la Policía ha salido a decir que tiene identificadas las personas que me amenazaron, pero no las han capturado”, se queja. Y dice que lo único que tiene como prueba es una grabación de un aspirante al Concejo que les dice a algunos miembros de la junta de acción comunal que dirige que la emisora Morena F.M. que algunos funcionarios de la Alcaldía “nos están pidiendo que saquemos a Luis Carlos de la emisora”.
Cambios de rutina
“Yo estaba acostumbrado a coger mi moto e irme para Caucasia, para El Bagre. Andaba con el camarógrafo, pero por toda esta situación le dije que dejara de andar conmigo. Desde hace seis meses se fue, por seguridad de él. Ahora yo hago la cámara y le digo a los escoltas que me tengan el micrófono”, explica Luis Carlos, con la intención de profundizar en su situación.
La presencia de los escoltas no es el único cambio en su vida periodística. Ahora su ejercicio noticioso es más limitado: “antes cubría orden público, ahora ya no. Simplemente envío las imágenes y ya”. Eso pasó, por ejemplo, con la cobertura de las pasadas marchas campesinas y protestas de los mineros.
Y cuando se atreve a salir a alguna vereda, la escolta aumenta. “La idea es estar con la gente en las comunidades”, dice. “Hace poco tenía que ir a Barro Blanco, llegué hasta El Doce y me dijeron que no podían entrar por allá, entonces llamé al coronel y en diez minutos había 20 agentes del Escuadrón Móvil de Carabineros. Ellos tienen orden del Ministro de Defensa de cuidarme”, afirma Luis Carlos, sin arrogancia, pero consciente de la responsabilidad que implica para él una orden de esa magnitud.
Bajo esas circunstancias, Luis Carlos está cubriendo el proceso electoral. Una situación nada fácil, pues como él mismo lo indica, “yo no me la llevo con ningún funcionario de la Alcaldía, ni con el Alcalde siquiera. Cuando tengo que cubrir algo, simplemente voy y les pregunto, si me quieren hablar me hablan y si no, me voy”.
Incluso, se atreve a señalar, sin nombre, a un funcionario que se retiró hace poco de la administración municipal para trabajar en una de las campañas políticas que busca ganar la Alcaldía. “Él fue y dijo en un corregimiento que a mí me asesinaban a las buenas o a las malas, con escolta y sin escolta”.
También cuenta este periodista que hace poco tuvo problemas con una de las candidatas a la Alcaldía, Gladys Miguel Vides, del Partido Liberal. Resulta que a finales de agosto Luis Carlos estaba buscando voces oficiales que le explicaran que iba a pasar con la Casa de la Cultura, que llevaba un mes cerrada porque no contaba con los requisitos mínimos de salubridad.
“Fui a buscar al Alcalde o al Secretario de Gobierno para que me hablara de la situación. Gladys venía saliendo de la Alcaldía y me preguntó qué iba a sacar en el noticiero. Le dije que lo de la Casa de la Cultura, y me empezó a insultar, que por eso era que me querían asesinar, porque yo sacaba lo malo. Ojalá, me dijo, algún día pudieran descansar de mí”, cuenta Luis Carlos, quien está convencido que si esta candidata gana las elecciones, más rápido lo asesinarán.
Esta candidata es apoyada por el exalcalde Miguel Ángel Gómez García, quien luego de afrontar un proceso penal fue dejado en libertad condicional el 24 de mayo de 2011 y recibido en la localidad por una multitud de simpatizantes en el parque principal. Quienes conocen la vida política de la localidad admiten que quien ha gobernado el municipio, aún desde la cárcel ha sido este político.
Si bien diversas notas periodísticas han reseñado las declaraciones del exparamilitar Ramiro Vanoy Murillo, alias ‘Cuco Vanoy’, quien fue comandante del Bloque Mineros de las Auc, en el sentido de señalar a Gómez García como uno de sus colaboradores, la justicia hasta el momento no lo ha judicializado por esos señalamientos.
“Si uno va a pedir un trabajo en la alcaldía de Taraza, hay que pedírselo a Miguel Ángel”, dice Luis Carlos, quien cuestiona la autoridad del actual alcalde, Andres Restrepo Obando, pues insiste que es el exmandatario local “es el que anda haciendo y deshaciendo con la plata de la Alcaldía”.
Pendón ubicado en una de las principales vías de Tarazá.
En la publicidad que ha colocado la campaña de Gladys Miguel en las calles de Tarazá puede observarse la fotografía de la candidata acompañada de Gómez García. Al respecto, Luis Carlos dice que de ganar esta mujer, “el cuerpo lo pondrá ella y la cabeza Miguel Ángel. Aquí se manipulan las elecciones. Para evitarlo, tuvieron que cambiar el Registrador Municipal. Toda esta situación la he reportado como periodista”.
Luis Carlos confía que las elecciones de su pueblo las gane Héctor Leonidas Giraldo, candidato del Partido Conservador, quien al parecer tiene una opción cercana la 70%. “De ganar, cambiaría mi situación de seguridad. Él es un hombre de campo y dice que con los medios de comunicación no se va a meter, que por el contrario, los fortalecerá. Eso me lo ha dicho en dos veces que me he reunido con él”.
Socavan su vida
“Esto es una situación muy dura”, reconoce Luis Carlos, quien constantemente piensa en su esposa y en su hijo, de cinco años. “Al hijo hay que acompañarlo siempre, estar muy pendiente de él, llamando a la profesora del colegio”. Y sobre su compañera dice que no la deja trabajar porque “de pronto me la matan por ahí”.
Lo que cuenta a continuación revela una faceta muy íntima del impacto que tienen las amenazas en su vida personal y familiar: “mi situación económica es grave. De tener libres dos millones de pesos mensuales, pasé a tener solo 200, 300 mil pesos”.
El trabajo que le significaba ingresos más altos era filmar matrimonios, fiestas de quince años y bautizos, que asume como parte de su profesión, y que complementaba con su corresponsalía a Teleantioquia Noticias: “yo me rebuscaba y, en promedio, me ganaba dos millones de pesos al mes, pero ya nadie me busca porque ando con mucha gente atrás, los escoltas. La gente reconoce que hago el trabajo muy bien, pero también temen que me asesinen en una de esas fiestas. Esa era mi fuente de empleo, pero ahora ya no y esa es una de mis preocupaciones”.
Pero no es el único asunto que lo inquieta. Como corresponsal de Teleantioquia Noticias producía cerca de 25 notas al mes, que le significaban importantes ingresos, pero en la actualidad su producción está en máximo 14 notas. “Es que ya no me puedo meter a cualquier parte”, aduce.
También le ronda en su mente el cambio de gobernador, que debe darse el próximo 1 de enero, asunto que impacta de alguna manera a Teleantioquia, pues es un canal público de carácter departamental, y quien llega impone nuevas condiciones y trae equipo de trabajo propio.
“No sé qué vaya a pasar después del 31 de diciembre, cuando haya cambio de gobernador”, dice con tono expectante y admite que ya se le han acercado algunos abogados en procura de convencerlo para que demande al canal en caso de que lo despidan.
Luis Carlos lleva siete años trabajando como periodista. Se ha formado de manera empírica, en la radio. Empezó en Arboletes, su pueblo natal, donde había una sola emisora, pero se fue a vivir a Tarazá en enero de 2004. “Por aquí había varias, que denominaban piratas, y me ofrecieron trabajo, así que me vine. Eso fue en enero de 2004. Trabajé en varias hasta que llegué a Morena F.M. en el año 2009, una emisora comunitaria donde soy el coordinador”, y que funciona en uno de los cuartos de su casa.
A Teleantioquia llegó en noviembre de 2008. Allí lo contactaron inicialmente para que enviara un material que diera cuenta de los cortes de energía eléctrica que padecían los municipios de Tarazá y Cáceres. “Yo envié la noticia y como a los quince días me llamaron y me contrataron”.
A la situación económica y laboral se le suma otra preocupación: quedarse sin escoltas. “¿Si se los llevan qué pasará conmigo?”, se pregunta. Y la respuesta no aparece. Lo único que deja en claro es que en el Bajo Cauca todos los periodistas están en riesgo, sobre todo aquellos que profundizan en las noticias de orden público y corrupción estatal.
“Si yo estuviera frente a periodistas les contaría la realidad y, sobre todo, lo que hace el poder. Aquí están haciendo lo que hacen porque tienen el poder, si no lo tendrían no harían nada”, asevera Luis Carlos, quien no vacila en señalar que si tendría que hacer la misma nota que lo tiene ahora en la mira de sus enemigos la haría, “y de pronto hasta más fuerte”, pues considera injusto que cuatro o cinco personas se estén robando la plata del pueblo.
“Algunos entraron sin nada, con una bicicleta a lo sumo, y ahora tienen dos y tres motos, y apartamento en Medellín. Es que en la administración actual están acostumbrados a repartir zinc, a coger las cosas del gobierno para hacer política. Pero ya estando yo acá no se atreven a hacer nada. Por eso estos funcionarios dicen que soy una piedra en el zapato”, concluye este periodista, uno de los periodistas más amenazados del país.
Investigación realizada por www.verdadabierta.com