Lúgubres y silenciosas,
lloraban las mariposas.
Dolidas y temblorosas,
aleteaban cautelosas.
Salían de sus capullos de simples orugas,
para saber que en ese día majestuoso,
lleno de felicidad, hermosura y esplendor,
simplemente nacían para morir.
No comprendían desorientadas,
por qué la vida es tan dura,
por qué lo bueno dura tan poco,
por qué estamos llenos de tortuosidad.
Agotadas ya sus fuerzas,
agonizan las mariposas
Con rostro triste y sombrío,
se despiden dolorosas.
La felicidad era efímera,
ya que junto a la felicidad, hay decepción.
Por que salían a un mundo que disfrutarían,
pero solo hasta terminar su misión.
05/18/2015