Inesperadamente, en un oasis luego del placer,
Me preguntaste sobre lo importante:
Esa impredecible forma en que alguien
Trasciende las sensaciones del cuerpo,
Y con la pureza que tiene lo bello,
Enciende en nosotros un fuego.
A veces quedo sin palabras
Y parecen eternos mis silencios.
Hace tiempo, cuando sólo eras un presentimiento
Y nada más podía vislumbrar en letras tus pensamientos.
Mucho, pero mucho antes
De que empaparas mi alma con lo que ahora siento,
Me hiciste la misma pregunta que respondí,
Como ahora, con un silencio.
¿Cómo explicarte un sentimiento?
Hay sensaciones que enmudecen los labios
Y estallan dentro con la fuerza
De una revelación que nos invade el cuerpo.
Nacen donde tú dices,
En lo profundo del corazón.
Y son simples y nobles sentimientos
Que escapan de todo entendimiento.
Ahora, al caer la tarde, te pienso.
Te renuevo en mi mente
Con la piadosa aspiración de volver a tenerte.
Encontré la respuesta que antes remplazó el silencio.
No hay una división entre mi cuerpo
Y lo que tú has puesto en mi corazón.
Es imposible separar tus labios
Y mis labios del beso que desde
Lo profundo de mi ser te doy.
Desearte desde los impulsos incontenibles
Que nacen en el instinto del hombre que soy,
Es también desearte con la pureza que ahí puso Dios.
¿Cómo podría separarte en cuerpo y en alma,
O entregarte mi cuerpo y no darte mi alma
Sin dejar de ser lo que por ti soy?
Todo tiene una explicación,
Hasta este sentimiento que nació
El día que tu cuerpo se apareció.
Tan seguro de esto que te digo estoy,
Que cuando el tiempo pase dejando sus marcas
En la piel y en los huesos de nosotros dos,
Te seguiré queriendo
Con la misma firmeza que te quiero hoy.
La respuesta es simple:
Es amor... amor.
09/29/2015
Autor: Marcelo Daniel Ferrer.