En su curso voluble la Fortunatodo cuanto me diera me quitó;Y la Miseria pálida y hambrientael umbral de mi puerta se sentó.
Y llegó la Amistad la que en un díael festín de mis dichas presidió-y aunque le dije ven, ella, espantadaal ver aquel espectro, se alejó.
Amor llegó también...
Sellé mi labio,porque temí que se alejara Amor; pero él sin vacilar, bañado en lágrimas,vino a mi presuroso... y me abrazó.
Y la Miseria pálida y hambrienta que al umbral de mi puertase sentó a la luz de aquel ángel que lloraba,ella... ¡la horible harpía!... se embelleció.
MANUEL MARIA FLORES
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