Y muchas personas desean cumpliar años, y tener los 18, salir de fiesta, ligar, dejar el instituto, tirar el DNI al portero en la cara porque estás cansado de oír un 'no entras'. Pero espera, frena. Disfruta de los días, no los vivas con prisas. La época de ser un bebé es la mejor de todas. No tienes problemas, no te comes la cabeza, vives la vida, sonriendo y estando al lado de los que más te quieren. No tienes vergüenza, todos son tus amigos, con todos te ríes, con todos juegas. No existen los estereotipos, ni los 'qué dirán', no te crítican, todos disfrutamos de la compañía de unos y otros. Cuando llegas al instituto, y eres adolescente, todos tus problemas se centran en el colegio, los estudios, examenes, conseguir la media para estudiar lo que quieres, dejar de vestir de una forma u otra porque no es lo que piden o por miedo a 'críticas', estás más pendiente de si estás guapa que de ser feliz. Y no te das cuenta, que dejar el instituto no es algo de lo que estar orgulloso. Lo echas de menos, tarde o temprano. Las risas, los momentos, los amigos, verlos todos los días, meternos con los profesores y reirnos de nuestras caídas o nuestras torpezas. De los momentos en el recreo, del primer amor, primer beso.... Y entonces, cuando dejas el instituto, te enfrentas con problemas mayores, los que dan mil vueltas a lo que tu considerabas antes 'problemas'. Te haces mayor, tienes responsabilidades, tienes que trabajar, apenas tienes libertad....y entonces es cuando te das cuenta, que ser mayor no es tan bonito como lo pintaban, que dejar el instituto no era el mayor de tus deseos, que perder el contacto con los amigos no es algo por lo que enorgullecerse. Has cambiado, dejaste de creer en los cuentos que te hacían sonreír y soñar, que alimentaban tu imaginación. Los Reyes Magos, Papá Noel, el Ratoncito Pérez, Sirenas, Piratas, Peter Pan....y lo echas de menos. Y te preguntas en qué momento, dejó Peter Pan de visitar tu ventana, quizás será porque ya no tenía cuentos que escuchar, porque ya, no tienes tiempo ni ganas de creer en eso.
Y cuando llegas a ser adulto, y te da por pensar, caes en la cuenta, de cuantos segundos, minutos, horas, días, meses e incluso años, lo has perdido en tonterías, y no te centraste en disfrutar cada etapa de tu vida como se merecían.
a/d