Debe ser el trigo. La parálisis de los caballos en la pradera inaccesible. Suena, resuena una voz fusilada en la carrera. (Nos llaman). No sé quién está escribiendo: 'cuidado con el arroyo, puede matar cual espejo.'
Debe ser el trigo. Las vencidas cortezas del viento: bronces otoñales que no vuelan. Pasivo el espanto, entre las hojas sin tierra ni linaje.
'Hambres, hambrecitas (nos llaman): éste no es el campo, jamás vuestro campo.
HECTOR ROSALES
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