Habrás de luchar contra ti y tu precioso pasado,
con penoso desencanto...
Habrás de llenarte de consejos y palabras ajenas,
en precipitado vuelo...
Y sin embargo, te faltará la mejilla que ruborize la tuya
y las manos sobre tu cabello que teñían el brillo perdido.
Prefería tu mirada sincera sobre mi rostro.
Habrás también de sentirte muy feliz y despreocupada frente a las carencias,
sin fantasmas al acecho
ni negras flores esperándote...
Habrás de ignorar tu sensibilidad y usarás toda tu acidez latente,
sobre la cresta empalagosa de quien te propuso un rescate...
Y no obstante ello, no podrás olvidar en cualquier tarde lluviosa,
que una vez, una mariposa insistente, se posó en tu mano
y acarició tu piel cansada. La visita preanunciada.
Ahora desde lejos e igualmente, prefería morir en tus brazos una vez, a morir miles en tus piernas.
Habrás de compartir nuevas risas y encantos desbordantes
que todo infierno secreto recreará como un mágico cine, sobre tu cabeza...
Habrás de olvidarme en los pocos papeles que te he dejado y en las cuantiosas horas en que te obsequié mi hombro para tu llanto...
Y sin embargo, no atinarás a buscar mi corazón como tu tesoro aunque una vida te lleve;
ni vendrás a rescatarme de una guerra, un equívoco o mi vida errante.
Con el tiempo ya pesado, supe que prefería la distancia segura a tu próximo pero liviano reparo.
Habrás de sentirte triste y decepcionada,
rodando como el viento que se esconde en los recovecos de un barrio...
Habrás de mandar al infierno a tu control
y frente a un extraño que tocará tu mejilla, soltarás la hebilla que recoge tu pelo...
Y con los años, sin embargo, te sentarás en una ventana de vista plomiza,
a buscar la canción que olvidaste y el abrazo cálido de quien espantaste.
Hiciste una sombra de la luz que tenías...
Yo hubiera preferido a menudo, besar tu vientre y ver al sol salir por ese horizonte.
Habrás de desaprovechar tantas cosas...
que también a mi, me apena de veras.
Confieso ya a mi altura, que tú no tendrás cambio
y yo que muchas veces ya me fui en silencio,
pensaré que lo mejor de ti, siendo poco, ya lo he apreciado.
Dejaste la inocencia espiritual para competir con tu sombra.
Para ti, la caricia bien intencionada que tantas veces despreciaste o que tomaste como previo sexo, es la única posibilidad de discernimiento que te da tu mente en su orgullo.
Habrás de no necesitar lo dulce de las flores
y aquellas que también, alguien te ha regalado...
Habrás de olvidar con pronta ligereza
y también de alejar a quienes te contengan con impura simpleza,
pensando que de ti, sólo harían madera en vez de regar tu cerco, esperando tu grandeza...
Y sin embargo, otra vez, preferiría voltear mi cabeza.
Han caído las formas y las estrellas sobre el mar furioso.
Ha caído tu última lágrima y tu última risa...
El cielo, al fin, se secó.
Las postreras emociones que yo prefería llevarme de ti,
curiosamente, son ahora parte de mi reino.
Prefería la suavidad de tus manos y tu voz de ensueño.
Prefería tantas cosas que sin remedio, yo ya no he descubierto.
Por tu salud, hubiera preferido no conocerte más.
Porque te olvidaré con facilidad, ya sólo eres un texto
y en cambio tú, deberás ausentarte constantemente de ti, para que yo no
vuelva a tu mente con acierto.
Prefería...
Prefería...
Ya no prefiero...
No te prefiero.
(Patosai)
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