H"Dulce pasado, de llamas incesantes, que queman, que arden, no perturbes los ecos de mi memoria y tus recuerdos" La noche es mi noche, el sueño es mi sueño, mi infierno es la más cruel tortura, que arde, que duele, que ni siquiera sé si de verdad existe pero lo siento, latiendo en un oscuro abismo que se cerró en mi alma, que las tinieblas invadieron lo que un día fue un paraíso en calma. Como recordar, cómo se hace para vivir, si lo que hoy en día hago es sólo sobrevivir, ya no importa nada, y respirar es en vano, la esencia ya no supone una dicha, ya no invade con su aroma, sólo viento que arde y que quema en cada respiro, convirtiéndose en imágenes que intento desdibujar de mi mente, que son precisamente aquellas de las que quiero olvidarme para siempre, aunque por el contrario son las que más recuerdo y menos olvido.
Quiero gritar, quiero seguir, quiero olvidar, quiero huir. Ser libre una prisión inexistente, ser libre de verdad y no volver a sentir, jamás… Afrontar la vida de forma valiente, pero de ello nada he conseguido, cada segundo que pasa me siento más sola, más vacía; como si el mundo entero hubiera dejado de tener sentido, la ola enorme del doloroso pasado se hizo presente y marcó mi vida con una nueva herida, abrir una puerta que había quedado cerrada, fue la más cruel equivocación que pude haber cometido.
Hurgué en una ciudad que estaba hecha ruinas, intentando encontrar algo vivo, alguna ilusión que aún se pudiera rescatar, más las pocas que encontré estaban agonizando, y después de intentar salvarlas, murieron, cada una lentamente, su silencio no es paz, es dolor, la luz que habían logrado poner en mi alma desapareció, y ni siquiera quedó alguna de consuelo. Ahora que había vuelto a ver salir la luz del sol, que mi cielo estaba claro. Aún recuerdo aquella tarde en que la vida volvió a latir, a palpitar como si jamás hubiere su ritmo detenido. La arena rozaba mis pies, se sentía cálida, la adrenalina volvía a fluir por mis venas, tan ligera, tan natural.
Aquella risa aunque superficial sonaba como música con la carrera del viento, por fin. Pero eso no es suficiente, vivir despierta es más difícil que vivir aturdida. Los ecos de mi memoria se volvieron más que sólo recuerdos; resurgieron de lo más profundo para ser parte de mi presente cuando menos tenían que haber regresado. Es cierto que lo más cruel es caer del precipicio a un abismo sin fondo, pero más aún cuando sabes que tú fuiste la primera persona en dar el paso que te empujaría a ese vacío donde duele tanto. La risa se pierde aún más, después de haber soñado por última vez en una existencia, en esa existencia hoy tan vacía donde cada paso duele hasta lo más profundo y tus rasgos grabados a fuego, hieren más allá del alma.
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