Fue el Gran Mariscal de Campo descubierto por Fidel cuando recién salido de la prisión y ninguneado por la dirigencia de izquierda latinoamericana nadie daba un cinco por él. La visión de águila de Fidel le permitió discernir ese gran líder regional en ciernes cuando los demás, hombres mortales comunes y silvestres, sólo veían en Chávez a un frustrado golpista y un milico más de los tantos que asolaron Latinoamérica. Y Fidel acertó y fue su Mariscal de Campo en la crucial batalla librada contra el ALCA en Mar del Plata, en Noviembre del 2005. Batalla que marcaría un hito en nuestra larga marcha por la Segunda y Definitiva Independencia de Nuestra América.
Tenemos una inmensa deuda continental con Chávez: haber reinstalado el tema de la actualidad del socialismo cuando el neoliberalismo campeaba sin contrapesos en Nuestra América; haber producido el despertar del sentimiento anti.imperialista dormido por siglos en la región; haber rescatado la centralidad de la unidad de nuestros pueblos; plasmado en instituciones concretas el ideario nuestroamericano como el ALBA, la UNASUR, la CELAC, Petrocaribe, Telesur, el Banco del Sur, etc. Fue por eso que se convirtió en el enemigo público número 1 del Imperio, cosa que marca definitivamente su gravitación universal por contraposición a la absoluta indiferencia que el imperio le concede a la inocua ultraizquierda vocifereante de América Latina, esa que hizo de su visceral crítica y repudio a Chávez el leit motiv de su existencia. Este pagó con su vida su audacia revolucionaria concreta, no de pura retórica como la de sus extraviados críticos.
Por eso a Chávez lo mataron, como poco a poco lo va confirmando el complejo rompecabezas probatorio de esta hipótesis. No falta mucho para que tengamos las pruebas concretas y definitivas de ese magnicidio, cuyos autores intelectuales sabemos que viven en Washington. Su memoria vivirá eternamente en el corazón de nuestros pueblos. Fue un líder extraordinario pero, por sobre todas las cosas, una buena persona, un ser transparente y profundamente humano: inteligente como pocos, amigo fidelísimo, dotado de un fino sentido del humor; lector apasionado al punto que sólo Fidel se le compara en este punto, dueño de una memoria fabulosa capaz de recitar poesías y cantar sin parar hasta el amanecer, hombre de pueblo, profundamente de pueblo y capaz como muy pocos de comunicarse con su gente y entender sus vivencias, sus emociones y sus necesidades. Por eso Chávez fue Chávez, y por eso Chávez es pueblo, en Venezuela y en toda América Latina y el Caribe. Decir Chávez es decir pueblo. Por eso su nombre ha entrado definitivamente por la puerta grande de la historia. Por eso recordamos hoy su natalicio y nos basta saludarlo con un ¡Hasta siempre, querido Comandante!