Una mujer hermosa
Tan bella como la rosa
Una mujer muy bella
Tan bella como el jilguerillo
Flotante, que resuena en el prado,
Como las alondras
Que de alguna manera
O por alguna razón
Verlas es como mecerse
Al atardecer
O las luciérnagas
Que brillan como la purpurina.
Aun más placentero es su cantar
Que es como un conjuro
Que estremece y dilata
Hasta el hombre mas sagaz
Palidece y estremece
Si llega a sentir su vibración
A pesar de su fulgor
Vil, impía y aberrante
Es la mujer del caminante.
Que en su lecho
Un gran festín regala
A sus hombres y a los dolientes
Y en su quietud
Yace el compás
Vigoroso y placentero
Que con su esbeltez envuelve.
En el intento de aberrar
Su perfecta y enlutada silueta
Te atrapa y te aprieta
Desprendiendo las sogas
Que brotan de su pecho
Encandila impidiéndote escapar
No te hace feliz
Solo placentero
Ella también es desgraciada
Auque encandila con la mirada
Ya que ni la luz
Que impacta en el ocaso
La serena melodía del océano
O la playa que recorre en madrugada
Caminando la enlutada
La desligan de la melancolía.
Ella es Celica eterna
Lo que le obstruye los caminos
Destinados al amar
Solo a un corazón.
Transformándola en una lúgubre mujer
Rebajándola a su cargo,
La postrera ceñida al primer cuerpo
Lucido en los moros de las costas.
Pero aún así ni su fulgor,
Ni el compás de sus cantares
Ni el trance lastimero de sus lágrimas
Ni los prados floridos y placenteros
O los jilguerillos y las alondras
Que con sus melódicos susurros
Sonrisas desprenden a los desolados
La alejan de su melancólica seducción
Y es así como yace es un flotante mundo
Lleno de quietud y festines
El conjuro que estremece a quien lo padece,
La melancólica seducción.
Desconozco autor.
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