SEGUNDO POEMA DE LA DESPEDIDA
Vete como quien llega, pero vete,
pues ya el trigo creció para la siega
mi amor es como un niño que no juega
para que no se rompa su juguete.
Té iras como la lluvia, gota a gota
y yo al cantar mi canto hacia el olvido
soy la rama que solo ha florecido
para que no se vea que está rota.
Y mientras tú te vas sin un sollozo
yo cruzare los brazos sin un ruego
muriéndome de sed igual que un ciego
que se sentara en el brocal de un pozo
O he de mirarte como el moribundo
que ve llegar la primavera al huerto
y piensa que después que se haya muerto
no debiera haber flores en el mundo
Pues como el monje ante su crucifijo
que es su esperanza y a la vez su yugo
yo sentiré la angustia de un verdugo
que debe ajusticiar su único hijo
Vete... pero es mejor que ni en el eco
pueda sobrevivir tu voz ausente
porque mi amor es triste como un puente
sobre la cicatriz de un río seco.
Y aunque sonría como quien engaña
viéndote ir como quien se equivoca
mi corazón será una Araña loca
que se enreda en su propia telaraña.
Yo he de fingir un ademán de hastió
en una despedida indiferente
pero mi amor será como un demente
que sepultara un ataúd vació.
Y ya lejos mi boca de tu boca
mi alma despertara cada mañana
con un oscuro silencio de campana
que se puede tocar y no se toca.
Pues aunque digas un adiós risueño
yo sentiré que cierras una puerta
como esa mano cruel que nos despierta
cuando sonamos lo mejor del sueño.
JOSE ANGEL B UESA