Fuiste mío, como yo, he sido tuya,
en el silencio de la madrugada,
sintiendo tu húmedo aliento,
recorriendo mi garganta.
Tus tibias y firmes manos
por mi cuerpo deslizabas,
dejando tu huella de paso,
dejando mi piel, erizada.
Aún puedo aspirar tu fragancia
al unir nuestros labios,
en prolongados besos
que estremecían el alma;
aún recuerdo mi grito ahogado
al sentir tan cerca de mi cara, tu cara.
Y así, empezaste a ser mío,
meciéndote como ola brava,
que viene y va a la orilla,
lamiendo la arena mojada.
Y así nos sorprendió el día,
esperando de nuevo, la marea alta,
para volver como ola a mi arena,
para volver a romper en mi playa.
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