Así, los científicos descubrieron que en condiciones de dieta habituales, el 30% de los roedores desarrollaba metástasis. Sin embargo, con una dieta alta en grasas, cerca del 80% de los ratones desarrollaban metástasis y, además, de mayor tamaño.
El equipo del IRB, también utilizó un ácido graso específico, el ácido palmítico, para testar su efecto en metástasis. Se trata de un ácido graso de origen vegetal que es el componente principal del aceite de palma y, en proporciones más bajas, del aceite de coco, entre otros. Es utilizado en muchos tipos de comida procesada.
Durante dos días, trataron un tumor oral con ácido palmítico y después lo inyectaron en ratones que tenían una dieta normal. Una vez inoculado en el ratón, ese tumor pasaba de una frecuencia metastática del 50% al 100%. Es decir, todos los ratones desarrollaban metástasis, y además comprobaron que dependía de CD36.
Impacto en la comunidad científica
"Parece existir un enlace directo entre consumo de grasas y potenciación de las metástasis a través de CD36, al menos en ratones inoculados con células tumorales humanas. Hay que hacer más estudios para entender esta intrigante relación entre dieta y metástasis, sobre todo porque en las sociedades industrializadas estamos incrementando de forma alarmante el consumo de grasas saturadas y de azúcares", advierte Aznar Benitah.
Para el jefe del grupo células madre y cáncer del IRB Barcelona, las grasas son necesarias para el organismo, "pero la desmesura puede tener un impacto en salud con ya se ha demostrado antes para algunos tumores, como el de colon, y como ahora demostramos para el proceso metastático", añade.
El estudio prueba que bloquear la proteína CD36 tiene efecto anti-metastático, tanto en ratones inmunodeprimidos como en ratones con las defensas intactas. Ahora, los investigadores del IRB esperan un fuerte impacto entre la comunidad científica, y que el estudio sea un acicate para el avance de la investigación en metástasis. "Algo así no ocurre todos los días", resaltan.
María Jesús Vigo Pastur