Desde la fundación del Partido de los Trabajadores en Brasil (PT), Lula da Silva inauguró una modalidad típica de circular por el país: hacer caravanas, llegar a lugares nunca mencionados en los medios, hablar con gente cuya voz no es escuchada. Fue así como Lula sorprendió en las campañas electorales, cuando tenía muy poco tiempo para hablar en los medios.
Ahora Lula retoma las caravanas. Empieza por el Nordeste de Brasil, de donde salió, chico todavía, con su madre y los hermanos, huyendo de la sequía. Hace un viaje de 20 días, por 28 ciudades de las nueve provincias de la región, en autobus. Empieza por Bahía, pasa por el interior de la provincia y por Salvador, la ciudad más lulista del país, la más negra también.
Cruza el río San Francisco en barco, pasa por las provincias de Sergipe, Alagoas, Pernambuco, Paraiba, Rio Grande do Norte, Ceará, Piaui y termina esa primera caravana en Maranhão. Visita a ciudades muy conocidas como Salvador, Recife, Fortaleza, así como otras poco conocidas incluso en Brasil, como Cruz das Almas. Estancia, Lagarto, Nossa Senhora da Gloria, Penedo, Arapiraca, entre tantas otras. De las 9 provincias de la región,
Apenas un gobernador no apoya a Lula, todos los otros lo recibirán en sus provincias. En varias ciudades habrá ceremonias de adhesión colectiva de líderes sindicales, estudiantiles, de mujeres, de negros, de jóvenes, al PT.
Es la región que más se ha trasformado a lo largo de los gobiernos del PT, porque siempre fue la más pobre, las más excluida. No por casualidad es aquella región que antes era el feudo controlado por la derecha y se ha vuelto la región donde Lula y Dilma tienen el más alto nivel de votación. En la elección presidencial de 2014, la derecha ha ganado con gran ventaja en el centro sur del país, pero Dilma ha tenido siempre más del 70% en todas las provincias del nordeste brasileño, lo cual le permitió salir victoriosa.
Lula empieza el viaje en el momento en que una nueva encuesta confirma su favoritismo para los comicios presidenciales del 2018, siempre en alza,así como que el único adversario que tiene hoy es Bolsonaro, candidato de la extrema derecha. La misma Marina Silva, que mantenía cierto nivel de apoyo, ahora baja al 3%. Su supuesta “tercera vía” se ha desgastado con el apoyo a Aécio Neves en la segunda vuelta del 2014, así como con su respaldo al golpe contra Dilma.
La caravana sale como forma de empezar una precampaña presidencial, anticipando la campaña del 2018, como forma de pelear por la garantía de que las elecciones se van a dar y que Lula podrá ser candidato. En este momento Lula está condenado en primera instancia –aun sin ninguna prueba en su contra–, aguardando juicio en segunda instancia, que podrá confirmar o no esa sentencia. Un juicio que a lo mejor se dé recién en julio o agosto del 2019. Lula se aprovecha de ese tiempo para consolidar el apoyo popular e implantar el clima de campaña electoral, de forma que se vuelva insostenible que un líder con el apoyo que él tiene sea impedido de ser candidato. Aun si fuera condenado en segunda instancia, Lula tiene la posibilidad de presentar un recurso al Supremo Tribunal Federal.
Son dos carreras paralelas: la de los procesos -son 6 en total en contra de Lula- y la de las caravanas. Una semana después de que termine esta primera, Lula se presentará de nuevo a declarar en Curitiba, el día 13 de septiembre.
Esta es la primera de una serie de caravanas que Lula tiene planeada por todo Brasil. El sábado pasado, en el cierre del Congreso de la CUT (Central Unica de Trabajadores) de Río de Janeiro, en la cuadra de la Escuela de Samba Imperio Serrano, Lula se comprometió a hacer una caravana por la Bajada Fluminense, la periferia más popular de Río, así como ya había mencionado que hará otra caravana por las provincias del centro sur de Brasil.
Después de haber ido con Lula a la inauguración de la transposición del río San Francisco, en la región más árida del nordeste de Brasil, en Paraiba, tengo de nuevo el privilegio de volver al nordeste y participar de esta caravana. Será políticamente decisiva la caravana, pero a la vez, emocionante, por la identificación popular con Lula.
El viaje es parte del proyecto del PT de discusión y elaboración de un programa de reconstrucción nacional del país, después de los efectos económicos, sociales y políticos brutales de las acciones del gobierno de Temer. El día 6 de septiembre, cuando Lula retorne de ese viaje, el país ya no será el mismo, bajo el impacto de la caravana.
Los medios ya se ponen muy nerviosos, la comparan con la larga marcha de Mao o con la guerrilla de Fidel, aunque sea de característica totalmente distinta. Lula juega su fuerza distintiva, para fortalecer aún más su imagen y confrontar a los que les gustaría verlo fuera de la vida política y de la memoria de los brasileños.
(Tomado de Página 12)