Pase lo que pase de aquí hasta que termine el torneo una cosa es segura: Rafael Nadal saldrá el próximo lunes 29 de enero como número uno mundial. Haga lo que haga Roger Federer en el torneo, donde defiende la corona, el balear mantendrá su condición de líder de la ATP gracias a su décima presencia en los cuartos del Open de Australia.
El campeón de 16 grandes, que había tenido tres primeros partidos cómodos contra rivales agradables, supo, por fin, lo que significa sentirse contra las cuerdas. Al menos lo sintió en el segundo set de su partido con Diego Schwartzman. El argentino, muy inferior en el tenis y en el ranking, se soltó con tiros ganadores que impidieron al español llegar a la antepenúltima ronda con el casillero de mangas en contra a cero.
Sin embargo, el primer favorito del cuadro, como tantas y tantas veces, reaccionó a tiempo para llevarse una victoria por 6-3, 6-7(4), 6-3 y 6-3, en 3 horas y 51 minutos, que le pone delante de Marin Cilic, el primer tenista en los últimos 16 partidos de 'Grand Slam' del español que es un 'Top20'. El croata acabó este sábado con la aventura de Pablo Carreño.
Rafa, a pesar de tener tres veces un 'break' de ventaja en el segundo asalto, lo perdió en la muerte súbita, donde él nunca esperaba llegar. A esa situación se había llegado con un Schwartzman inmaculado en sus tiros ganadores desde el fondo de la pista.
Nadal era el que más corría porque su posición estaba muy lejana con respecto a la línea de fondo. Con el carácter ganador que le caracteriza, el balear se anotó una rotura favorable en el cuarto juego del tercer set y esta vez no la dejó escapar.
En la continuación, Rafa volvió a ser el primer en romper a pesar de que su adversario disfrutó de tres puntos de rotura en el segundo juego. Su efectividad en 'breaks' era de 3/16 y acabaría con un 3/18. Tan poca eficacia le condenó ante un auténtico ganador como el manacorí.