En una medida concertada con el país vecino, las autoridades de Venezuela anunciaron este sábado que desde el próximo lunes los pasos fronterizos hacia Colombia permanecerán cerrados en horas de la noche.
La decisión fue dada a conocer por el jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional, el general del Ejército Vladimir Padrino López, como un nuevo intento de frenar el denominado “contrabando de extracción” de bienes de consumo venezolanos, como combustible y alimentos, hacia Colombia.
El Gobierno de Nicolás Maduro atribuye a esa fuga buena parte de la escasez crónica de productos de primera necesidad en los mercados venezolanos. De acuerdo a las denuncias desde Caracas, hasta 40% del volumen total de los productos que se expenden en Venezuela se estaría escapando a Colombia.
Los fuertes subsidios que otorga el régimen chavista a ciertos rubros de la canasta básica, así como los efectos del rígido control de precios y de la brecha, cada vez mayor, entre la sobrevaluada cotización oficial del bolívar –la moneda venezolana- y su valor en el mercado negro, hacen muy atractivo el trasvase de productos para su venta en Colombia. En el caso de los combustibles, el diferencial de precios de un litro de gasolina a ambos lados de la frontera llega al mil por ciento, un margen de ganancia que ha alentado la conformación de verdaderas mafias dedicadas al tráfico binacional.
Los productos de procedencia venezolana perjudican, a su vez, a los manufactureros colombianos, que la tienen por una competencia desleal.
La situación ha alcanzado estatura de asunto de Estado. Ocupó el primer lugar en la agenda del reciente encuentro entre los presidentes Maduro, de Venezuela, y Juan Manuel Santos, de Colombia, que tuvo lugar el 1 de agosto en Cartagena de Indias. Allí se acordaron medidas de todo tipo, entre las que se encuentra la del cierre de fronteras a todo tránsito “a partir de las 22:00 horas hasta las 05:00 horas del día siguiente”, según dijo el general Padrino López.
El oficial venezolano anunció que la veda nocturna será todavía más prolongada –“desde las seis de la tarde hasta las cinco de la mañana”- para el transporte de carga, que además será sometido a “otras restricciones en municipios fronterizos”, que no especificó.
En la víspera del anuncio, el presidente Maduro se había felicitado de la ofensiva que se estaba preparando. Ahora que hay coordinación con Bogotá, “vamos con todo al combate sistémico contra el contrabando”, dijo el viernes en la noche el sucesor de Hugo Chávez, durante el acto de instalación del Consejo Nacional del Agua.
El Gobierno venezolano ha implementado diversos mecanismos, tan engorrosos como costosos en lo político-electoral, para vigilar las compras de bienes de consumo en estados fronterizos como Táchira y Zulia, ambos al oeste de Venezuela. La aplicación de una tarjeta electrónica para limitar la carga de combustible en los vehículos particulares y comerciales, y el registro de los compradores en abastos y supermercados, fueron algunos de esos esfuerzos.
Sin embargo, los 2.200 kilómetrosde frontera que comparten los dos países constituyen también una membrana porosa por la que se entrecruzan parentescos, actividades comerciales lícitas y tráficos nada santos. Varias etnias aborígenes, como la wayuú, que puebla la península de La Guajira frente al mar Caribe, se dispersan a ambos lados de la frontera, una realidad social que facilita poco el propósito venezolano de aplicar un torniquete a los flujos furtivos de mercancías.
La declaración venezolana de este sábado luce como una escalada en la severidad a la que sus autoridades militares están dispuestas a llegar con tal de cerrar la filtración constante de productos. De acuerdo al general Padrino López, desde comienzos de 2014 sus tropas han incautado 21.000 toneladas de alimentos y 40 millones de litros de combustible destinados al contrabando, cifras mayores a las de los decomisos logrados a lo largo de todo el año 2013.