En una hipotética guerra comercial entre EE.UU. y China, las dos economías más grandes del mundo, el país asiático podría apuntar a las empresas y la deuda estadounidenses si Washington continúa por el camino duro, según informa AP.
La Administración de Trump continúa presionando a China para que reduzca su superávit comercial con EE.UU. en 200.000 millones para finales de 2020 y abandone las políticas que favorecen a sus empresas nacionales, práctica en la que se basa la economía de Pekín. En el marco de un intercambio de amenazas de aumentos tarifarios, todo apunta a que China se quedará sin importaciones para represalias antes que Estados Unidos.
El as en la manga de Pekín
No obstante, Pekín tiene un as en la manga. Por un lado, podría hostigar a las empresas estadounidenses del sector automovilístico, cadenas de restaurantes, y compañías dedicadas a la informática, entre otros. Por otro lado, existiría la opción de que China venda la deuda del Gobierno de EE.UU. Incluso se baraja la posibilidad de que interrumpa los esfuerzos diplomáticos en la crisis norcoreana, aunque esta medida dañaría también los intereses de Pekín.
No sería la primera vez que China aplica un boicot comercial contra un país en concreto. Anteriormente hizo lo propio mediante una campaña para alentar a los consumidores chinos a boicotear los productos de importación provenientes de Japón o Corea del Sur, durante disputas previas con los gobiernos de dichos países.
"China puede dañar los intereses de Estados Unidos al limitar las operaciones de las corporaciones multinacionales", expresó Jim Canrong, especialista en relaciones exteriores de la Universidad Renmin de Pekín, en el portal web wallstreetcn.com, dedicado a los asuntos relacionados con la economía del país asiático. Sin ir más lejos, el Grupo Eurasia informó que "las aprobaciones para algunos tipos de licencias de empresas estadounidenses están suspendidas".
Una guerra comercial sin tregua
Parece ser que Pekín tiene las armas financieras suficientes, pero usarlas tendría un gran coste para la economía y posición internacional del gigante asiático. Por ejemplo, la deuda del Gobierno de EE.UU. que China posee es de 1,2 billones, pero Pekín sufriría pérdidas si vendiera lo suficiente como para influir en los costos de financiamiento de la deuda estadounidense. Otra hipotética medida que Pekín podría adoptar es reducir la tasa de cambio controlada por el estado del yuan frente al dólar para encarecer las importaciones estadounidenses a la par que beneficiar a los exportadores chinos. Pero de esta manera, Pekín podría desestabilizar los mercados financieros y perjudicar a otros socios comerciales, lo cual tendría un costo político elevado.
Por otro lado, China podría ganar el apoyo de aquellos socios o aliados de EE.UU. que miran con recelo las acciones unilaterales del presidente de EE.UU., Donald Trump, lo cual podría posicionar al país asiático, no solo como un defensor del libre comercio en contraposición a la postura del "EE.UU. primero", impulsada por el mandatario estadounidense, sino también en un "pilar central" del sistema de comercio global, tal y como lo señaló durante una visita a Pekín el mes pasado Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
- La Oficina del Representante de Comercio de EE.UU. publicó a principios de abril una lista de aproximadamente 1.300 productos de China a los que impondrá aranceles que se estima que tendrá un coste de 50.000 millones de dólares para el volumen de producción china. Por su parte, Pekín anunció la imposición de aranceles del 25 % a 106 productos estadounidenses, como la soja, automóviles y productos químicos.
- En respuesta, Trump ordenó a los funcionarios de su Administración que consideren "si sería apropiado establecer aranceles adicionales" por un valor de 100.000 millones", que a su vez fue respondido por el Ministerio de Comercio chino, que anunció que sus funcionarios de aduanas cobrarán a los importadores un arancel de alrededor del 179 % sobre el sorgo estadounidense.