Es sencillo, palpable y contundente, a la vez que dramático para todas sus rivales. Cuando Serena Williams juega a su mejor nivel, no hay ninguna jugadora en el mundo que pueda pararla y pueda hacerla frente. Hoy se cumplió esta teoría una vez más. Una realidad así de apabullante es la que se desprende al ver a la jugadora norteamericana en plenitud de condiciones físicas y mentales. Comprobar los desplazamientos de esta bestia deportiva y asistir perplejos a la potencia que le imprime a cada uno sus golpes, es un espectáculo mayúsculo para todos... salvo para la jugadora que se encuentro al otro lado de la red y que solo puede mirar y aplaudir cada uno de sus golpes.
Esta vez le tocó a la alemana Julia Goerges, una experimentada jugadora curtida en mil batallas y que venía con la moral muy alta tras jugar muy bien en esta semana y media en el All England Club y que hoy fue una espectadora de lujo del magnífico partido de Serena que consiguió vencer por un contundente 6-2 y 6-4 en una hora y diez minutos de juego. La ex número uno del mundo está a tan solo una victoria de igualar los 24 Grand Slams de Margaret Court.
Llegan las rondas finales, Serena atisba ya la posibilidad de sumar un nuevo torneo a sus vitrinas, y saca a relucir su mejor juego. La estadounidense no se andó con bromas en estas semifinales de Wimbledon 2018, y salió a la pista dispuesta a lograr la victoria por la vía rápida. Dinámica de piernas, entrando y saliendo de la pista constantemente, tomando la iniciativa sin miedo y sin precipitarse en sus ataques. La calma inundó su espíritu, y ella desató el huracán. Un huracán de golpes ganadores al que Goerges se vio impotente desde el minuto uno de juego.
Los 16 golpes ganadores con los que finalizó el partido la menor de las Williams, ponen de manifiesto la agresividad de su juego. En la segunda manga, Goerges sacó un poco orgullo para intentar resistir, pero se mostró totalmente negada al resto, y es que Serena consiguió unos porcentajes con su primer servicio dignos de admirar (87%), algo que provocó que Goerges solo pudiera romper el servicio de su rival en una ocasión, pero de nada sirvió. Quien no perdonó fue Serena que pudo cerrar el encuentro por la vía rápida y con muy buenas sensaciones y dejando de manifiesto que ya está preparada para volver a reinar en el circuito femenino.
De esta manera, Serena Williams accedió a su décima final en Wimbledon, donde ha salido victoriosa en siete ocasiones. Su rival será la alemana Angelique Kerber que hoy también consiguió deshacerse de manera contundente de la letona Jelena Ostapenko. Bonita final la que tendremos el sábado entre dos jugadoras que volveran a repetir la final vivida hace dos años en este mismo escenario.