Así gritaron los diputados federales de Morena al tomar posesión: ¿Servilismo inaceptable o celebración necesaria?
Los últimos tres presidentes —Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón y Vicente Fox— han subordinado al Congreso de la Unión y desaparecido la división de poderes.
El 7 de abril de 2005, Fox utilizó la Cámara de Diputados para desaforar al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, con el fin de bloquear su candidatura a la presidencia en 2006.
En 2008, Calderón reformó el artículo 69 de la Constitución para que el presidente ya no acudiera al Congreso de la Unión a rendir su informe. Desde entonces, los informes ya no son momentos para un diálogo entre poderes, sino para aplaudir al presidente.
En 2012, Peña Nieto eliminó la relevancia y la autonomía del Poder Legislativo con su 'Pacto por México'. El debate solo ocurría en los oscuros pasillos de la Secretaría de Gobernación y los diputados y senadores se habían convertido en simples 'levantadedos' para el poder.
Pero hoy, en 2018, el Poder Legislativo renace con todo su esplendor. A diferencia de los últimos presidentes, que llegaron al poder con una votación minoritaria y fraudulenta, López Obrador no tiene nada que temer del Congreso de la Unión.
Por fin tendremos un presidente legítimo, electo mayoritariamente en las urnas, que no buscará domar al Congreso, sino que se someterá al control y la vigilancia de parte de los representantes del pueblo.
El grito de "¡Es un honor estar con Obrador!" no implica servilismo en absoluto. Al contrario: es un justo reconocimiento a un luchador social que, con su liderazgo, ha logrado finalmente abrir de par en par el Poder Legislativo al pueblo y sus representantes.