–Yo les voy a hacer una pregunta ya que estamos comprometidos. ¿Al que vamos a matar fue al que le hicieron el atentado en la zona T?
–No, todavía no.
–¿Pero ese también está listo?
–Sí. En este contado. Pero hay otro que es como el papá y toca comenzar primero por ahí.
Esta conversación fue grabada con un dispositivo que agentes encubiertos de la Dijín instalaron, en mayo pasado, en un Chevrolet Sail, de propiedad de dos trabajadores del esmeraldero Horacio Triana, pedido en extradición por narcotráfico. Los hombres dejaron el vehículo un par de horas parqueado en el centro comercial Calima, centro de Bogotá, tiempo que aprovecharon los policías para ubicar la diminuta cámara en su espejo retrovisor.
–Bueno, ¿el mancito de allí, el que ya le comentamos, anda con chaleco antibalas?
–Yo pienso que sí. O sea, el que usted me dice. El otro no.
–¿Cuántos andan con pistola… de los escoltas?
–Todos. Ellos son dos socios y andan muy pegados, pero la escolta de él es mínimo como ocho, más o menos. Moto y dos carros. Este otro señor dicen que anda con más combo, pero uno no sabe.
La cámara captó el momento exacto en el que Ánderson Perilla, alias Tazmania, y José William Vargas, alias José, señalados sicarios de la oficina de cobro de Sanandresito de la 38, reciben varios fajos de dinero, en billetes de $ 50.000.
Ambos fueron capturados hace dos semanas, en un operativo de la Dijín y la Fiscalía, junto a Jerson Estiben Triana, el hijo del esmeraldero.
En la audiencia de legalización de captura, el video fue entregado como parte de la evidencia de que el llamado clan de Los Triana hizo una alianza para asesinar a 13 rivales del esmeraldero, por los que pagaban hasta 500 millones de pesos por cada muerte.
Según la investigación, los crímenes que se estaban negociando ese día dentro del Chevrolet eran el del zar de las esmeraldas Hernando Sánchez y el de uno de sus socios.
“En la lista también aparece un empresario estadounidense. Por eso, aunque Jerson Triana ya está buscando colaborar, seguramente será pedido en extradición por ese país, al igual que su padre”, le dijo a este diario una fuente judicial.
En el video se escucha a alias Tazmania manifestar su preocupación por la inminente extradición de Horacio Triana y la posibilidad de quedarse sin trabajo. Además, indagó por los móviles de los crímenes que iba a ejecutar.
–Para mí es una guerra entre familias, entre ellos, el fondo nadie lo entiende, porque eran amigos –dice uno de los trabajadores del clan Triana. Y tranquiliza al sicario diciéndole que en Colombia queda la plata de Triana, la familia, y ya habían repartido labores, incluido el encargado de señalar a nuevos blancos: “Sin trabajo no nos vamos a quedar”.
Tazmania también alude directamente a un atentado hecho en la zona T. Para los investigadores, es claro que se refieren al atentado contra Sánchez, sucesor de Víctor Carranza, en octubre de 2012, en un almacén del norte de Bogotá, en la que perdió un ojo y un riñón.
Según el expediente, la oficina de cobro, que funciona en Bogotá desde 2000, estaba negociando un ‘rocket’ en Venezuela. De hecho, arrendaron una oficina justo en frente de la de Sánchez y planeaban subir el ‘rocket’ camuflado en un sofá, fingiendo ser empleados de una reconocida empresa de mensajería.
En el video también se escucha cómo los señalados sicarios les piden a los trabajadores de los Triana que se compren teléfonos encriptados para afinar los detalles de los atentados. Y les dicen que tienen que robarse el DVR de las cámaras de seguridad del edificio desde donde iban a disparar el ‘rocket’, para que no los identificaran. Insistieron en este punto, porque en el primer atentado a Sánchez las cámaras permitieron identificar a los sicarios y llegar al autor intelectual: Horacio Triana.
El macabro plan iba a ser ejecutado la misma semana en la que fueron capturados los gatilleros junto con Jerson Triana y 19 personas más ligadas tanto al clan esmeraldero como a la ‘oficina de la 38’.
En la audiencia de legalización de captura, la fiscal del caso aseguró que los señalados trabajadores de los Triana tenían planeado aprovechar el impacto del ‘rocket’ para huir en medio del pánico. Además, que ya les habían hecho inteligencia a dos de los 13 blancos que estaban pidiendo eliminar. A uno de ellos lo ubicaban, los fines de semana y con menos escoltas, en un conocido restaurante de Bogotá.
–El man que hay que matar no baja (…) a La Pita.
–Sí, también baja. Ese va por ahí, es metido en su negocio.
–Porque nosotros matamos a un man… No sé si usted se acuerda de la Botua (…).
–¿Qué le iba a decir? No, el señor que sale también a depositarle aquí tiene finquita en la Sabana. Ese es otro recorrido que vamos a hacer, que tenemos que ir donde él porque le encanta (…) Lo que le digo. Nosotros tenemos un restaurante en el (…), desde hace ratos de ratos. Más del año, ahí sobre la 80, derecho. Y él va los domingos, pero va solito.
La Policía también recogió evidencia de que parte de los pagos por estos crímenes se estaban haciendo con propiedades en varios departamentos. Testimonios en poder de la Fiscalía señalan que Tazmania, de 29 años, y José, de 42, visitaron la finca La Joya, en el altiplano cundiboyacense, para darle el visto bueno y aceptarla en pago de siete crímenes.
El juez del caso concluyó que la evidencia contra la banda es demoledora y enalteció el trabajo de más de dos años de los agentes infiltrados de la Dijín, que interceptaron más de 400 líneas telefónicas, hicieron seguimientos y documentaron secuestros, extorsiones, asesinatos y despojos cometidos por la banda, enquistada en las entrañas de Bogotá.
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