A Desalambrar
Por: Ana Cristina Bracho
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El escenario electoral en Brasil nos aterroriza y nos deja unas preguntas terribles en el alma. ¿Pueden los pueblos latinoamericanos votar por los sujetos y las ideas que se impusieron en el pasado y que estimábamos superados? ¿Pueden las mujeres votar por un personaje que anuncia la reducción de sus salarios? ¿Pueden hacerlo los afros a quienes se les ha señalado como capaces únicamente de procrear?
En un primer lugar, es evidente que estamos en el contexto de una nueva Guerra Fría y que existen dos bloques enfrentados por el control de los mercados y los yacimientos de minerales y agua. En ese ámbito, nosotros somos el espacio sobre el que las potencias aspiran mantener o conquistar el poder. Luego, tenemos el aprovechamiento de los espacios que las revoluciones progresistas latinoamericanas no lograron hacerse: la industria cultural y la presencia en medios. Estos, han sido los verdaderos agentes de la reconquista imponiendo una mentalidad egoísta que privilegia la esfera individual y despolitiza lo social.
Hay una construcción que demoniza todo lo político. Hemos visto toda una estrategia en el Continente en la cual los dirigentes han sido juzgados. Muchos, de hecho, por sus relaciones con una sola empresa que supo capitalizar sus aspiraciones personales. Así, se reafirmó esa asociación entre los antivalores y los espacios políticos. En este contexto, estos sujetos que han llegado a la Presidencia aunque cercanos a las esferas de poder, omiten haber sido políticos o no se dedican a las campañas convencionales.
En el caso de Brasil, el tema de las redes y la religión ha sido importante; también que ese país no viene a las elecciones desde una situación normal sino tras un golpe parlamentario y, finalmente, todo el entramado judicial que le impidió participar a Lula y a Dilma en condiciones justas. Es decir, que Brasil avanza hacia la derecha tras un periodo de enfriamiento y control de los movimientos sociales.
Esto es muy interesante porque si bien vemos como se restablece el control estadounidense de la región, también vemos que los militares o la represión no van adelante. Primero va la destrucción de la promesa de una sociedad más justa porque se vende como “corrompida” o “irreal”, porque sus bases han sido debilitadas por acciones de gorgojos que hicieron entrar ideas o modos de la derecha cuando aun gobernaba la izquierda, porque han creado situaciones que despiertan nuestros más elementales instintos de supervivencia. Con ello se pretende dormir las sociedades para que sientan que nada han perdido y naturalicen las reglas del juego neoliberal.
Entonces es necesaria la alerta de la situación en Brasil no tan solo por los riesgos de tener un gobierno aun más hostil al sur de Venezuela sino porque muchas de estas cosas pueden estarnos pasando y hay que detenerlas. Preguntarnos por ejemplo, ¿quién en Venezuela se está conformando como este outsider que está más a la derecha que la derecha queriendo ser protagonista de una eventual hora conservadora y oscura?
@anicrisbracho