Invitado por la Casa Cultural Simón Bolívar y el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, el joven militar venezolano, quien encabezaba entonces el Movimiento Bolivariano Revolucionario-200, que lo llevaría al poder cinco años después, arribó por primera ocasión a la isla caribeña y para su sorpresa era esperado al pie de las escalerillas del avión por el líder de la Revolución cubana.
Cuenta el libro El Encuentro, de los autores cubanos Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez, que antes de aterrizar una pasajera interrogó a Chávez sobre la posibilidad de intercambiar con Fidel, y su respuesta fue certera: ‘Bueno, me encantaría hablar con él, tener oportunidad de intercambiar cómo va el proceso venezolano’ -dice con ganas, pero al suponer que es algo tan remoto, en su interior opta por no hacerse ilusiones.
Al mismo tiempo el nativo de Sabaneta de Barinas razona que es una estancia muy corta, desde la noche de ese martes hasta temprano el jueves, e imagina que Fidel debe estar muy ocupado.
‘Si no me reciben los líderes uruguayos, que no son gobierno todavía y el Partido Comunista de Venezuela me saca el cuerpo y ni siquiera me dan la palabra en sus actos, ¿por qué Fidel tendría que dedicarme su precioso tiempo?’, reseña el texto.
La vista fue solo el punto de partida de una gran amistad que no se hizo esperar, y que conllevó entre otras muchas cosas a la firma el 14 de diciembre de 2004 en La Habana del acta fundacional del ALBA, iniciativa que ha sido vital para impulsar la nueva geopolítica de la América Latina y el Caribe.
El mecanismo de concertación logró verdaderos estándares de unidad e integración, con la solidaridad y la complementariedad como pilares fundamentales que sostienen la nueva visión del humanismo que, con el liderazgo de los dos grandes hombres, ha emergido en el siglo XXI.
Con el propósito de construir, en la diversidad, un mundo multipolar y sin hegemonías, la iniciativa en sus 14 años ha cosechado frutos con la formación de instancias tan importantes como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y Petrocaribe como alianza en materia energética, entre otras.
La historia de aquel corto viaje a La Habana termina en el mismo sitio donde comenzó, el aeropuerto José Martí, y en la despedida de Chávez con Fidel, el militar venezolano se pone la boina roja que corona su imagen gallarda y antes de abordar el avión le hace un saludo militar al Comandante en Jefe cubano, que éste recíproca, a lo que el líder bolivariano responde: ‘Algún día lo recibiré en Venezuela como un amigo, igual que usted lo hizo conmigo’.