Respira.
Date permiso para descansar profundamente
en el silencio de tu Alma.
Mientras te embarcas en esta jornada,
recuerda que el Alma
no se ocupa de los logros del mundo.
Tu Alma se ocupa
de conocerse a sí misma con mayor pureza,
de conocer al Espíritu
y a Dios más completamente.
Tu Alma
persigue la experiencia de su naturaleza divina.