Las alondras cantarán en esta,
la curiosa noche de nuestras muertes.
Cuando la vida y tu muerte se tomen de la mano,
¡ah, mi estelar doncella! Entonces, nos veremos.
La luna nos observa, secreta espía.
Celosa de nuestro amor, te ha robado de entre mis brazos,
la fruta de nuestro secreto íntimo abandonada.
En las vías de la muerte, ¡te espero!
¡Mi dulce vida, mi amarga conciencia!
Allí te veré, entre los rumores de las nubes,
entre la brillantez de la misma oscuridad.
¡Te amo, te adoro! ¡Ven a mí!
¡Tu cálida piel, tu frío aliento!
¡Tu sonoro mirar, tus silenciosos labios!
Mi bello ser, mi vicio carnal
¡Mil veces te encadenaré a mi!
¡Doscientas veces violaré tu alma!
Y seremos uno, bailaremos en nuestro placer.
¡La suave resistencia, la dura sodomía!
Aquel rostro puro que se contorsiona,
el dolor de mis manos sometiéndolo a las cadenas.
¡Te asesinaré, mi dulce olvido!
Seremos uno, cantaremos en alegría.
¡Mil veces, mil veces serás mía!
Mil veces, mil veces te heriré.